No creo que Díaz Ayuso sea mucho de Hegel, le resultará más cercano a la ministra Belarra por formación y tradición de partido, pero ambas siguen su estela de que cada acto de conocimiento es la introducción de la contradicción. Inquilinos frente a propietarios, buenos unos, malos otros, aquí el sujeto depende de quién emita el juicio. En el caso de la presidenta de Madrid o de su alcalde lo extienden a casi cualquier ámbito que quieren devolver a la agenda política, antiabortistas frente a los acordes con la actual regulación, centralismo político frente a desorden territorial, escuela concertada frente a pública, aseguradoras médicas frente a sanidad pública y el listado podría ser infinito porque cada asunto es tratado como una lucha de contrarios nunca como complementarios, subsidiarios o simplemente convivientes.

Todas las cosas son contradictorias en sí mismas y esto es profundamente esencial. La identidad es la determinación de lo simple inmediato, mientras que la contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad y, solamente aquello que encierra una contradicción se mueve. Nuestra política se articula en postulados marxistas heredados del padre Hegel, muchos neoliberales empujan este movimiento sin ser conscientes de lo influidos que están por aquellos de quienes abominan. Es verdad que les falta, en mi opinión, la parte más atractiva de la lógica dialéctica que es la superación de los opuestos en la síntesis redentora. Enfrentar jóvenes contra pensionistas porque no hay para todos, funcionarios contra el resto de los trabajadores por cuenta ajena, privilegiados unos parecieran que, a costa de los otros, colectivos detentadores de derechos que les están arrebatando sus postergadas reclamaciones.

Los Presupuestos Generales del Estado vistos como el reparto del agravio territorial, ahora ya no desde los territorios históricos, sino como reacción a ese eje político, dan igual los datos del reparto económico siempre está presente la afrenta en comparación con los otros. El reparto por provincias, por municipios, pero sin llegar a alcanzar la unidad básica de que los impuestos los pagan los ciudadanos y los servicios los reciben los ciudadanos.

La vida orientada a los contrarios te hace más fácil conseguir compañeros de viaje que te sigan porque no hay nada que una más que la acción contra un adversario, el peligro es que te mueven tanto al contrario que en algún momento estarás al otro lado buscando como defenderte. La simplificación de elegir siempre en cual de las dos alternativas estás, vivir en el lado binario de la vida es terriblemente infantil y sobre todo falso.