El proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) no ha traído sorpresas para Córdoba, sino una continuidad en las inversiones previstas, con gran incidencia en las estructuras ferroviarias -que se llevarán las tres cuartas partes de los fondos-, fruto de su posición geoestratégica. Baja el montante global, que asciende a 141 millones de euros, un 24% menos que en el ejercicio actual (186 millones) y que vuelve a situar a la provincia en la tendencia descendente, tras un periodo de alzas que se inició en el 2017. Unas cuentas del Estado que el PP y Ciudadanos, así como las instituciones que gobiernan -el Ayuntamiento de la capital y la Junta de Andalucía- tildan de «decepcionantes» y que los partidos socios en el Gobierno central consideran adecuadas. Mientras el PSOE asegura que las previsiones «cumplen» con Córdoba, Izquierda Unida y Podemos las definen como «más sociales».

A falta de conocer más detalles, y a falta muy especialmente de su compleja tramitación parlamentaria, en la que el Gobierno de Pedro Sánchez deberá buscar las difíciles alianzas de los grupos independentistas, hay algunos datos objetivos que son negativos. Por una parte, la inversión media por habitante se queda en 181 euros para Córdoba, mientras las medias andaluza (266 euros) y nacional (274) la superan ampliamente. Por otra, muchos proyectos figuran a modo casi testimonial, con partidas muy pequeñas que solo suponen el comienzo de los estudios previos a diversas infraestructuras (muy significativa la de la Comisaría de la Fuensanta o la Variante Oeste en la capital, o la anhelada autovía Badajoz-Granada en la provincia), partidas que en algunos casos ya estaban en presupuestos anteriores. Es cierto que algunos proyectos viejos, que no llegaron a desarrollarse con anteriores gobiernos, han debido ser replanteados, y también que el hecho de que sigan figurando en la programación estatal da la garantía de que siguen pendientes -no como el Museo de Bellas Artes, que se «sacó» del documento presupuestario en el 2013-, pero hay aspectos incomprensibles, como la excesiva dilatación en el tiempo de algunas infraestructuras o inmuebles.

De los PGE no puede decirse que sean un jarro de agua fría para Córdoba, pero tampoco echar las campanas al vuelo para celebrarlos

De los PGE no puede decirse que sean un jarro de agua fría para Córdoba, pero tampoco echar las campanas al vuelo para celebrarlos, pues les falta algún asidero para considerarlos también en nuestra provincia los «presupuestos de la recuperación», en los que España va a invertir más que nunca para dar el salto que requiere superar la crisis del covid. Sin embargo, las inversiones ligadas a los fondos europeos se desconocen, hay otras que afectan a varias provincias y también beneficiarán a Córdoba, y es muy importante tener en cuenta que los PGE refuerzan la protección social, la sanidad y la educación, que son claves para el futuro y para amortiguar los estragos de la pandemia en las capas más débiles de la sociedad.

Pero Córdoba necesita no solo inversión, sino que esta se dirija a programas multiplicadores de su economía, y en este momento solo cuenta con el proyecto de la base logística del Ejército de Tierra, que inicialmente tiene aportaciones del Ayuntamiento y las tendrá de la Junta de Andalucía, pero que en estos PGE no recibe fondos de la Administración central (al menos en los datos por provincias que manejamos en este momento). Para recibir inversiones no solo hay que pedir, sino presentar iniciativas que conciten adhesiones y entusiasmo en las instituciones y sociedad de cada territorio. Córdoba hace mucho que carece de grandes planes para su desarrollo, con la excepción de la citada base del Ministerio de Defensa. Por eso, no son momentos para la crítica descalificadora o el conformismo. Son momentos para construir, para estudiar a fondo los PGE y proponer, en la vía parlamentaria pendiente, mejoras para la provincia de Córdoba.

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