Año 2492. Año lunar 2492. Habito en la luna. Soy ciudadano de la luna. Todos mis antepasados vivieron en la luna, y han pasado cinco siglos. Han pasado poco más de cinco siglos. Sí, han pasado poco más de cinco siglos que unos terráqueos dijeron que venían del planeta Tierra a descubrirnos. Y después de cinco siglos siguen, allá lejos en su Tierra, empeñados en celebrar una mentira, la mentira de que vinieron en son de paz a traernos su cultura, su idioma, su religión, su patria y su historia. No; la verdad es que nos trajeron una realidad: vinieron a exterminarnos, a contagiarnos sus vicios y enfermedades, a borrar nuestra memoria, a acabar con la cultura de nuestros antepasados, que desde siempre poseyeron esta luna. La verdad es que acabaron con nuestras lenguas, nuestras religiones, nuestras tradiciones y nuestras historias, y fuimos arrasados. A esto lo llamaron el descubrimiento de la luna. No fue un descubrimiento, porque ya estábamos descubiertos; fue una violencia en toda regla, fue un alunizaje alucinante de una alucinación alunizada en toda regla. Dicen las crónicas de nuestros antepasados que un día del mes de julio de 1969, según el calendario terráqueo, llegaron tres hombres en una nave espacial especial, porque dicen que venían en busca de especies, cayena, clavo, canela, pimienta, nuez moscada. Pero la realidad es que vinieron a esclavizarnos, a sangrarnos, a quedarse con nuestras mujeres, nuestro oro, nuestra plata; o sea, a destruirnos y a matarnos. En cuanto llegaron, clavaron una bandera, dijeron que tomaban posesión de la luna y comenzaron la conquista con un paseo por el lugar. Luego, dejaron un aviso con una terrible advertencia de represiones y persecuciones: «¡Indígenas de todas las naciones, quedáis advertidos!: Esto es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad». Luego, llenaron la luna de estatuas y monumentos a su ignominia. Así cinco siglos ya de humillaciones, vejaciones y masacres. Ahora pretenden que celebremos ese aniversario, esa traición y ese destrozo como una fiesta. Pero no. Estos terrícolas no pueden con nuestra memoria, y aquí estamos para reivindicar nuestro redescubrimiento. Arrasamos estatuas, iglesias, sepulturas, archivos, bibliotecas, hasta redescubrir nuestra verdad.

 ** Escritor