Por el Valle del Guadalquivir han llegado las primeras lluvias de un otoño cercano. Los agricultores, los cooperativistas agrícolas, los hortelanos, la sociedad en su conjunto agradecen estos litros de agua para mejorar la calidad de las cosechas, los frutos y el zumo y tamaño de las naranjas. Los pastos de la sierra se refrescan y darán una hierba verde y frondosa. Las suaves colinas de la campiña serán regadas por unos días sin acudir al agua de la confederación hidrográfica. El aire, las calles, la red de alcantarillas, las casas, tejados y patios, los parques y jardines, los pueblos, todos se ven remojados y agradecidos. Se puede afirmar que llueve a gusto de todos.

Los escolares han regresado a los colegios que huelen a limpio, a pintura fresca, a bancos renovados, a patios acondicionados, a instalaciones deportivas ampliadas. Los libros y los lápices compiten con los ordenadores portátiles, con los móviles última generación, con pantallas digitales, con tareas en la nube y con agendas por escribir donde un montón de fotógrafos han regalado instantáneas de la vida de un pueblo. Pero a esos niños, les esperan en la puerta la mano de una madre ilusionada, de un padre comprometido y de unos abuelos abnegados. Día a día, el mismo recorrido, las mismas travesuras, los monólogos de estudiantes escuchados atentamente por sus progenitores.

En el colegio descubrirán un profesorado comprometido, son sus seños, sus referentes, sus transmisores de lenguas de mariposas. Y juntos, compartirán pupitre, recreo, gimnasia con otros niños y niñas, con las mismas inquietudes de jugar, descubrir, compartir y reconocerse en una sociedad plural, tolerante, dónde vivir en libertad y democracia. Pequeños aprendiendo a ser mayores, escuchando, opinando, manifestando sueños, inquietudes, actitudes y aptitudes. Estos chavales deben sentir que han nacido en una sociedad donde todos pueden y deben tener las mismas oportunidades. Que la enseñanza en libertad es una garantía para su futuro. Toda inversión en educación, en valores democráticos y en políticas correctoras de desequilibrio social será el mejor escudo para crecer en justicia y no permitir el desarrollo de fundamentalistas y talibanes. Mucha, mucha educación.

* * Historiador