El verano ha sido intenso en el mundo digital. Hoy vamos a comentar el extraño anuncio de Onlyfans de prohibir contenidos pornográficos --uno de los pilares de su negocio--, para dar marcha atrás unos días después. El asunto tiene su miga.

Onlyfans es un servicio de contenidos de pago, en el que dos millones de creadores obtienen ingresos a través de las cuotas o propinas que reciben de sus seguidores. Hasta aquí todo en orden. Sin embargo, además de cantantes o profesores de gimnasia, lo cierto es que una de las líneas de negocio más lucrativas de esta empresa británica es la interacción entre los llamados «sex workers» (eufemismo empleado para calificar como trabajadoras sexuales a mujeres prostituidas) y sus admiradores, por seguir con un lenguaje elegante. Por supuesto, Onlyfans retiene una parte de los pagos, y ahí está su pingüe negocio como intermediario.

La decisión se presentó como una respuesta a la presión de los bancos y plataformas de pago, desde VISA a PayPal, preocupadas por el riesgo reputacional de mantener una relación comercial con una empresa de este tipo. El detonante de estas presiones pudo estar -aunque nadie lo ha dicho- en un trabajado reportaje de la BBC, que cumpliendo con su estatuto de medio de comunicación preocupado por el interés público, desveló la absoluta ausencia de control sobre los contenidos disponibles en Onlyfans: videos vejatorios, pornografía violenta, sexo protagonizado por menores, entre otras lindezas.

Por supuesto, los términos de uso de Onlyfans prohíben este tipo de prácticas, incluso hay que proporcionar una tarjeta de identificación para volcar contenidos. Pero si nadie lee los términos de uso y nadie vigila, el resultado es el descontrol. Eso sí, los ingresos se multiplican: la empresa ha declarado una facturación de casi 380 millones de dólares, que ha enriquecido a sus fundadores, los hermanos Stokely, hijos de un adinerado banquero. Nada parece casual en este modelo de negocio: un documentado informe sostiene que la idea original parte del descubrimiento, en un viaje familiar de placer, del concepto de “financial domination”, o findom, una práctica sexual fetichista en la que alguien, habitualmente un hombre, paga a una mujer a cambio de humillaciones virtuales, sin contacto directo. Tirando del hilo, se puede descargar gratis alguna guía con las mejores prácticas para conseguir dinero de esta manera. En internet las posibilidades de negocio son infinitas. Es bueno saberlo.

* Economista / @ebpal