El paro bajó de forma récord en julio en España y el empleo casi alcanza niveles previos a la pandemia, la mayor caída de cualquier mes de la serie histórica. El tercer mes consecutivo en que se registran récords de descensos. El PIB español cerró el segundo trimestre con un repunte anual casi del 20%, gracias a la recuperación del gasto privado y del turismo nacional, que también bate números históricos, superando el nivel pre covid. Si sumamos a estos datos la tasa de ahorro de las familias que hasta el segundo trimestre de 2021 había alcanzado el 15% de la renta bruta disponible anima a pensar que comenzamos curso con una fuerte recuperación económica y un buen ritmo de crecimiento de empleo.

Salimos de la crisis covid más rápido y más robusto de lo esperado. Pero siguen estando en la contraparte el encarecimiento imparable de la luz, la subida del IPC o los problemas mas estructurales del sostenimiento de las pensiones, de la vivienda o el paro juvenil. A todo esto, volvemos en septiembre a los datos más halagüeños y a las pesadas cargas de nuestra economía que resultarán más llevaderas con los primeros 9.000 millones de euros de los Fondos Europeos del Plan de Recuperación recibidos la semana pasada.

Nos podemos quedar con la imagen de la España solidaria y efectiva en su evacuación del reino talibán de Afganistán o con la repatriación ilegal de menores marroquís emigrantes solos iniciada por el Ministerio del Interior y paralizada por un juzgado de Ceuta. Porque hasta en las peores decisiones el Estado funciona, y el poder judicial actúa como control y contrapeso de las decisiones del ejecutivo. Lo que ocurre que a veces las necesarias medidas sanitarias anticovid de los ejecutivos autonómicos también son paralizadas por el poder judicial. Nada es sencillo es una democracia compleja, somos el país que condena a los protagonistas del procès pero que también los indulta. Hemos tenido una elevada tasa de corrupción política que la lentitud de la administración de justicia hace parecer impune, pero este invierno será el de los juicios orales de los conocidos expedientes del partido popular. Somos el país con una mayor tasa de vacunación en una estrategia indiscutible de salud pública y el que mayor problema tenemos con el control de los botellones o las no fiestas. Seguiremos en esta tensión, y aprovechando lo que parece un tiempo de descanso electoral, podríamos encontrar espacios de acuerdo que nos prestigien como sociedad, independientemente de nuestras diferencias ideológicas que, por suerte, van a persistir. Vivir en un monobloque ideario además de aburrido, resultaría pelín despótico.

* Politóloga