Miro de pasada noticias en mi móvil, mi televisión y mi ordenador. ¡Y qué pasada! ¡Y qué más da en qué pantalla! ¡Siempre es lo mismo! Gente que grita, pide ayuda, llora. ¡Y qué pereza! ¡Habrá quien disfrute viendo esas noticias! ¡Y en vacaciones, en mis merecidas vacaciones! ¿Por qué tendrán que ponerme esas obscenidades? Siempre son las mismas. ¡Vale, no soy tan torpe!: ya sé que cada cual está en su aeropuerto. Hoy así, mañana asado. No quiero más noticias. ¡Qué les va a mí, mi coche, mi tumbona, mi ropa, mi mariguana lo que pase más allá de mí! Hoy toca protestar por tal, maldecir por tal, ¡y a otra cosa! Mañana, nuevas noticias, pero siempre mis palabras de protesta. Chateo; es decir, choteo, me hago un chequeo. Iconos, sonrisitas, corazoncitos, manos que aplauden. Engaño a mi pareja y ella me engaña a mí; ni nos oímos ya. Froto mi dedo sobre la pantalla a ver si consigo despejarme esta desidia y esta abulia, y pasa pronto el tiempo, y paso a otra cosa, porque yo paso; es lo mejor para mi salud; mi libro de autoayuda me lo dice.

No quiero problemas, no los necesito para mi crecimiento personal. Bastante tengo con mis reflexiones. Navego en mi pequeño mar de redes sociales y contactos. ¡Esto sí que distrae! Siempre encuentro algo donde clavar este colmillo revolucionario que tanto me ha crecido. ¡Vivo tan cómodo tumbado en mis palabras! ¡Ellas sí que son revolucionarias! Me trasladan a todos los lugares, y así yo no me molesto en desplazarme. Insulto a quienes no piensan como yo, porque las palabras no me comprometen y me representan. Y así cumplo cada día con mi dosis revolucionaria. Me obligo a buscarme el ombligo, pero ya no me lo encuentro, y mira que lo busco. Busco adelgazar con algún plan de cervecita, vino y otro gintónic. Le doy otra calada a mi canuto. No me incumbe, porque no es de mi incumbencia el íncubo que se mantiene a costa de mis drogas. Está tan lejos que creo que nunca existe. Miro al horizonte de mi seguridad. Es mi paisaje, mi confín, mi aeropuerto; más allá no hay nada. Tendré que renovar mi armario. Ya está aquí la nueva temporada. Tendré que organizarme para mi revolución de siete a nueve de la tarde ahora que terminan las vacaciones y regresa el nuevo otoño. No quiero aburrirme. ¡Siempre seré un contestatario/a.

* Escritor