Como bien se sabe la disponibilidad, el fácil acceso y el coste de la energía posibilitan, o lastran cuando esos factores se dificultan y se encarecen, el desarrollo y el progreso de la sociedad, como paradigmáticamente acaece hodierno con la de factura eléctrica, que forma coetánea parte constitutiva de un bien de primera necesidad en las modernas economías, siendo fuente relativamente más limpia que otras que aún se usan, como ineludiblemente sucede, o las que se consumían únicas en épocas precedentes.

Desde la revolución neolítica, con el descubrimiento y dominio del fuego, el ser humano siempre ha tratado de utilizar ese venturoso avatar en beneficio de su especie. La primera materia prima consumida fue otrora la madera y el ramaje arrancado del bosque aledaño, y un poco después el carbón vegetal, sustituido más adelante por el extraído producto mineral. En una etapa muy posterior, cabe denotar a tales efectos, sin entrar en otras disquisiciones, el gran cambio evolucionista, socioeconómico, poblacional y político, que conformaron sustancialmente la llamada revolución industrial, iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII hasta concluir la ultimada primera parte de la siguiente centuria.

Así pues, con el derivado y notable incremento de la población, que todo ello trajo consigo, principalmente concentrada en los grandes centros urbanos, no obstante las sufridas lacras producidas por las subsiguientes enfermedades, devastadoras guerras y pandemias, hambrunas y penurias, la humanidad a la par que se desarrollaba, aunque no equitativamente, incluso con unos ominosos déficits sociales, dejaba tras de sí la estela de la contaminación, la corrupción y la injusticia, como una cuestión insoslayable unida al crecimiento como la sombra al cuerpo.

Por lo que aunque en principio sea conveniente, ni es fácil ni asunto baladí, dada la amalgama de intereses convivientes, la sustitución de unas fuentes energéticas por otras, siendo estas presuntamente más limpias a los efectos de la menor contaminación ambiental, al albur del estigma de las energías fósiles.