De la primera dosis casi ni me enteré. Yo llegué, rápidamente me llamaron y casi sin darme cuenta me pincharon. Vaya, nada, porque ni me pusieron el típico algodoncito para echarme la foto de rigor. Cogí mi certificado y me fui a mi casa feliz por la buena gestión del centro de vacunaciones de la Fundación Jiménez Díaz y deseando ya que llegara ya la segunda dosis. 

Con ésta ocurrió parecido: me citaron a través del sms de rigor, me llamaron al instante de entrar y ¡zas, pinchazo! Certificado y para casa en menos de 5 minutos. Al menos esta vez pude echarme la foto de la conquista que tardé meses en alcanzar, con esparadrapo y gasa en mi hombro izquierdo. Y, aunque muchos amigos me advirtieron de que la segunda dosis pegaba fuerte, yo seguí como siempre, con mi dolor, mis náuseas, mis ataques..., al igual que una de mis mejores amigas continuó cuidando y amamantando a su bebé de tres meses. Tampoco teníamos otras opciones. 

Lo peor fue el camino hasta llegar ahí, a esa carpa. Los meses de espera, las llamadas al teléfono de la Comunidad Autónoma de Madrid preguntando -rogando incluso- que me vacunaran, porque era enferma crónica con distintas patologías raras y grupo de riesgo. La respuesta fue siempre la misma: debía esperar a que llegara mi turno por grupo de edad. Me consta que la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) ha peleado todo lo que ha podido por nosotras, enfermas olvidadas y abandonadas a nuestra suerte por el sistema, pero solo consiguieron que accedieran a vacunar a casos de extrema gravedad. Una vez más en la lucha contra el covid, como si no hubiéramos tenido suficiente en 2020, el Gobierno Central y Autonómico nos dejaba de lado, al cuidado de las colas para acceder a los centros de salud saturados que la señora Ayuso pretende cerrar.

Los analistas políticos dicen que el resultado de las próximas elecciones a la Comunidad de Madrid (o puede que incluso a las generales) depende de cómo se realice la vacunación de los treintañeros. Como se pueden imaginar, después de tener que poner siete reclamaciones para conseguir una cita médica en 2020 y que por el camino se haya agravado mi estado, mi voto está más que decidido desde hace meses, independientemente de la vacunación, en la que he vuelto a ser ninguneada. Y la única opción que está a mi alcance es acudir a la concentración de cada jueves a las 20h frente a mi centro de salud para intentar que no lo cierren. Oh, sí, qué maravillosa Sanidad Pública tenemos las pacientes que más la necesitamos. 

* Escritora