En una entrevista con Paloma Díaz-Mas, recién elegida miembro de la Real Academia Española, se le propuso una idea para mejorar nuestra situación cultural; y así contestó: «Fomentar desde las primeras etapas educativas el conocimiento y la práctica de las artes y las letras: la lectura, la música, el teatro, las artes plásticas». En contraste con estas palabras claramente expresadas, el Gobierno pretende reeditar y aumentar la Educación para la Ciudadanía de Rodríguez Zapatero: el conocimiento estará veladamente capitidisminuido. Por ejemplo, el «enfoque socioemocional de las Matemáticas con perspectiva de género», envuelto en empatía y demás galimatías, deja a un lado el conocimiento propiamente dichos para imponer la ideología. Desaparece la idea de que los niños tienen que ser enseñados a cómo pensar, en lugar de qué deben pensar. La izquierda ha abjurado de lo que fue suyo: la meritocracia frente a la aristocracia. El mérito puede ser peligroso ya que es difícil adoctrinar a quien llega lejos gracias al esfuerzo. Porque, digámoslo sin tapujos. Ese hombre nuevo progresista que alaba el Gobierno va encaminado a la eliminación del hombre capaz de reflexionar. Aquello tan democrático --la alternancia-- tiene que desaparecer para que prevalezca siempre el partido «progresista». Esto suscita el recuerdo de aquella frase nefasta de la ex ministra Celaá: «Los niños no pertenecen a los padres». Una clara idea que vale para retratar a los regímenes dictatoriales. Pero el totalitarismo ideológico se tapa con una verborrea hueca. Incluso las Matemáticas deben suscitar «socioemociones». 

* Periodista