Amanece. El calor. Todo el calor. El alma se encoge de calor. Termina otra noche. Descansan por fin el sarao, el perro, la moto y el trasnoche. Pago los impuestos. Empieza un nuevo día. Pago los impuestos. Otra cola. Otra ventanilla. Por mi ventana pasa un ruido clandestino. Cree que duermo, pero ya trabajo. Pago los impuestos. El ruido se acerca. Es uno de esos tubos que la limpieza de la ciudad usa para ensuciar la ciudad. Lo venimos sufriendo. Ya se sabe: va levantando la porquería de calles y aceras para así limpiarlas. Pago los impuestos. ¡Olé tus compañones, jefe!

La mente lumbrera que ha ideado esta manera de limpiar. Como si yo en mi casa cojo la aspiradora y en vez de aspirar el polvo, lo levanto, lo aviento, lo expando, lo reparto, y luego, lo saboreo, lo respiro y hasta lo mastico. Pago los impuestos. Miro la mascarilla. Me pasaban un carricoche con insecticida contra el virus. Ahora me pasan ese tubo con el aire para el virus. ¡Olé tus compañones, jefe! Y no hay manera, oye. Hasta una vez, que iba por la acera y me tragué toda la pocilga que iba levantando el operario y me presenté en Urbanismo y presenté una hoja de reclamaciones, y me atendió una funcionaria muy educada, y muy buenas palabras. Pero el tubo siguió levantando la basura. Luego que me digan que la mascarilla, la distancia de seguridad, el apelar a la conciencia ciudadana.

Pago los impuestos. ¡La madre de la mascarilla! Y tengo que levantarme cada día y quedarme sin narices por ahorrar pulmones, y que luego, si me ingresan con el virus, que me digan que qué he hecho, irresponsable, y que luego me pongan en otra fila para otra vacuna y otra dosis. Total, para qué gastarme el dinero en alcohol, tabaco, morfina, cocaína, heroína, y ser un heroíno; esto ya no me lo arreglan ni todos los impuestos, las súplicas y las hojas de reclamaciones. ¿Dónde estamos, señores dirigentes? El nuevo día se va alzando con su fuego. Sonríe. Tengo que salir a la calle. Oración, mascarilla; deseadme suerte, dioses. ¡Vaya!, no he tenido suerte. ¡El autobús! Otro que conduce creyendo que va a las olimpiadas. Pago los impuestos para que me maten. ¿Llegaré vivo al final de otro día?

* Escritor