Presuntamente, degradación moral y, conllevándola, crisis económica, sanitaria, social y política. Mediando la corrupción. Y el ataque, directo o sofisticado, a las instituciones del Estado democrático. Con la dictadura que posibilitan consecuentemente los ucases gubernamentales al amparo de la cuestión de la excepcionalidad que sostienen y derivan de la salud y las cuentas públicas. Con el aditamento de la verificada falsificación, tergiversación y manipulación de la historia moderna y contemporánea, y la abominación de los tiempos pasados asumidos como baldón. La consiguiente deslealtad, a la que abducen sus necesarios aliados y a la par contrincantes, que a su vez se prestan a la mayoría parlamentaria que se requiere. Y por ende el adicional desbarajuste autonómico. Y la multiplicación no menguante de los miembros de la casta dominante. La atrofia de la constitucional soberanía del pueblo y la de su representación política. La indignidad con la alabanza del oprobio. La iniquidad junto a la humillación, el bochorno y la deshonra. La ofensa consentida y la bajeza asumida.

Y todo ello por los precarios laureles del poder, cuyo término no se concibe, con la ruina de los principios éticos y su escala de valores, que se relativizan.

No hay gobernante ni gobierno que pueda permanecer mucho tiempo con ese andamiaje y esos elementos formales aunque lo manifieste y desee, con esas endebles o falsas premisas. Pisan el cieno. Los apoyos son débiles y efímeros. Cuando también el discurso está plagado de trampas y sofismas, de manera que para sortearlas se encuentra necesariamente obligado a desdecirse y a mentir, tratando que el último embuste cubra el anterior que se formula. Sin poder escamotear el demérito y el desprestigio que todo ello conlleva. Mientras el palingenésico y buido informe brilla con su ausencia. Si el poder no amarrara tanto, ni lo acordado con los que a él se deben, lo consecuente para escapar del atolladero, si acompañaran los ausentes postulados de Estado podría ser, si se positivaran otros parámetros, llamar a las elecciones generales.