Tras las graves inundaciones en Alemania, las reacciones políticas se han desbordado ya que hay elecciones generales en septiembre. En artículos y en tertulias televisivas, las opiniones se retrotraen al pasado. En agosto de 2002 hubo también unas inundaciones, no tan graves como las de ahora, pero había elecciones en septiembre. Los sondeos no le eran favorables al candidato del SPD, Gerhard Schroeder, que se volcó en acudir e interesarse directamente por los daños causados. La televisión lo encumbró y los electores le votaron. El candidato de la CDU a las elecciones del próximo septiembre, Arman Laschets, ha hecho lo mismo: visitar los lugares más afectados por la «gota fría» que ha arrasado pueblos enteros e infraestructuras. Los Verdes han insistido en el cambio climático, como ya es habitual en esta formación desde siempre. Todos los partidos han fijado su mirada en otro antecedente. En febrero de 1962 el Elba se desbordó en Hamburgo y aquellas inundaciones relanzaron la carrera política del senador de Asuntos Internos, Helmut Schmidt. Tomó medidas rápidas y eficaces, eludiendo la burocracia. Perdieron la vida más de 315 personas, pero unas 10.000 se salvaron gracias a la evacuación en helicópteros y botes hinchables. El SPD lo catapultó a Bonn, donde, tras ser ministro de Defensa y de Economía, llego a canciller en 1974. También en España hay antecedentes. El atentado del 11 de marzo de 2004 en trenes de cercanía se produjo tres días antes de las elecciones. Zapatero fue elegido presidente, aunque las encuestas no le eran favorables. Él nos trajo la «desmemoria histórica».

* Periodista