Calor. El calor. ¡Que calor hace! ¡Pues mañana más! El parte meteorológico dice que pasaremos de los 40º. Hay que beber mucha agua, sobre todo las personas mayores y los bebés. La noche es insoportable; no dejo puesto el aire acondicionado porque cuando me levanto me duele todo el cuerpo; prefiero el ventilador del techo. El 23 de junio se casó mi hijo y los invitados que vinieron de Málaga creyeron que se morían; pobres, no saben que esto puede ser mucho peor. Abres la ventana y entra fuego. Mi prima dice que en el pueblo tienen que taparse con una sabanita. A las tres de la tarde el termómetro-reloj de la Malmuerta marcaba 42º. Como todos los veranos, las conversaciones giran y girarán alrededor del calor.

Mientras esperamos en los pasos de peatones para cruzar las avenidas, buscamos la exigua pero consoladora sombra del semáforo, hurtando el sitio a las palomas, que han llegado antes, y al bajar de la acera, ya en el asfalto, sentimos que a cada paso que damos, las zapatillas deportivas ofrecen cierta resistencia, y es que las suelas de goma se van quedando pegadas porque empiezan a derretirse. Los turistas que se aventuran, se muestran entusiasmados al principio, a las nueve o las diez de la mañana, con sus sombreros y sus mochilas, como si aquí el calor fuese una atracción más, pero cuando llegan las horas duras, que ya sabemos cuáles son, desesperados y con cara de terror, se arrojan a las fuentes, cuyas aguas poco alivian.

Que conste que no escribo esto desde la aversión, sino desde la comprensión. Precisamente y casi seguro que por ser de Córdoba, resisto bastante bien el calor, pero reconozco que las calles se convierten en un infierno intransitable. Dentro de las casas, con el aire acondicionado y los ventiladores la vida es aceptable, pero es una vida encerrada, casi subterránea, como de cine futurista, de la que escaparemos --algunos ya se han ido-- por turnos o para todo el verano. Nos desparramaremos por los cuatro puntos cardinales. Este año, al parecer, escogeremos destinos nacionales, así que el norte será una feria --nunca he visto más gente y algarabía que en Santillana del Mar en el mes de agosto-- y los Caminos de Santiago estarán a tope. Otros, buscaremos las playas mediterráneas o atlánticas y en vez de dejar huellas de goma en el asfalto, marcaremos la desnudez de nuestros pies en las arenas de la orilla del mar.

* Escritora. Académica