En el Evangelio de San Mateo, los apósteles preguntan a Jesús por qué habla en parábolas. Él responde: «Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden». De ahí que mi artículo de hoy sea una parábola para el que quiera y sepa entender, que sepa y entienda. En un pueblo organizaron, a nivel nacional, una gran cacería, cuyo trofeo como premio era de incalculable valor. De ahí que acudieran los más afamados cazadores del país que amigablemente se saludaban y se deseaban lo mejor. Llegada la hora, y conocedores de sus respectivos puestos, el chasquido de la cuerna, fue la fogosa salida de cazadores. Pasados unos instantes, entre ladridos de perros y atronadores sonidos ininterrumpidos de tiros, aventuraba una excelente cosecha de piezas alcanzadas. Pasaron las horas, y los disparos y ladridos de perros amainaban en presagios del final del día. A la caída de la tarde, la cuerna daba por terminada la cacería. En una gran explanada de la finca, el jurado esperaba impaciente, el resultado en piezas alcanzadas, pero pasaba el tiempo y solo se escuchaba el ligero movimiento de zarzas, pinares, arbustos y fronda del lugar que el viento suavemente agitaba. No entendiendo qué pasaba, operarios de la organización se lanzaron a la búsqueda de cazadores. Atónitos, encontraron a todos muertos por tiros de rifles. Sí, en torno a lograr el trofeo, se habían ido eliminando unos a otros hasta quedar todos muertos. El que tenga oídos y vista que oiga y vea qué cacería estamos celebrando, hoy, en España. No sé, exacta y sinceramente dónde nació en mí esta Parábola, pero creo que es justa fotografía de nuestros políticos.

*Maestra y escritora