El paraíso es la infancia. Amamos el rincón del universo donde nacimos, nuestra ciudad, nuestro barrio, nuestra calle; y nos parecen los más bonitos del mundo aunque sean horrorosos. Por más viajes que se tengan acumulados, por más experiencias atesoradas, la mente tiende a refugiarse en los primeros recuerdos, en los aprendizajes que fueron moldeándonos desde los pasos iniciales y que, como en un círculo que se cierra, se hacen más vivos, más presentes, a medida que envejecemos. La tierra de Juana Castro, Los Pedroches, ha latido siempre en lo más hondo de su poesía, cada vez más esencial: el tiempo, la naturaleza y lo rural, su universo de pueblo –nació en Villanueva de Córdoba en 1945--. Los Pedroches en todo su esplendor y decadencia, esa tierra bellísima pero hasta hace bien poco lejana y sola como la Córdoba de Lorca, su épica y su mística. Todo eso ha pasado ahora a nutrir una ruta conformada en once «paseos emocionales», como los describe su autora, la también escritora Matilde Cabello; una propuesta en la que la palabra alada de Juana Castro acompaña el recorrido virtual por una comarca tan hermosa como desconocida. Lugares, colores, aromas, sabores, tradiciones, tonadillas y devociones de la Sierra se recrean en tres formatos a elegir (la plataforma Izy.Travel, en ‘ebook’ y en audiolibro) en esta guía tan especial impulsada por la delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba a través de la red de bibliotecas municipales.

Y es que como explica Matilde Cabello, autora, entre otras muchas facetas literarias, de varias guías, esta no lo es al uso, sino un viaje sentimental en el que se va descubriendo la marca profunda del territorio y sus habitantes, su cultura y su manera de ser y estar, a través de los versos de Juana, que redescubren su tierra con una sensibilidad nueva. Matilde, gaditana de Puerto Real –cosecha de 1956-- pero afincada desde hace décadas en Córdoba, aporta mucho lirismo y total entrega a los textos que envuelven los poemas seleccionados, además de su inconfundible voz de terciopelo azul, tan suave y calma como para dormir a un bebé. Con varios poemarios premiados en su haber, novelista de largo alcance (Walada. La última luna, El libro de las parturientas y El pozo del manzano), articulista, guionista, presentadora de televisión y conductora de talleres literarios, Matilde Cabello asume la tarea sin disimular su veneración por la que llama «maestra»; ni tampoco la emoción que, como niña de pueblo ella también, ha sentido al rememorar la niñez y juventud de ambas, ese paseo por los orígenes parecido en tantas cosas.

Voz en femenino de principio a fin, la voz de la mujer que se hermana con otras. Una vez dejé escrito, y lo reafirmo ahora, que si Juana Castro fuera un color, el color de los ríos, sería el violeta. Por los postulados feministas que defiende con ardoroso sosiego, lo mismo por escrito que en cuanto se le pone a tiro la ocasión de hablar en público, pero no solo por eso. Por ella misma y sus horas violetas, porque con el aura melancólica y el aire de paloma herida –aunque hay que decir que le crece la alegría en proporción directa a los años-- parece una tarde quieta, rociada de arreboles y nostalgias. Como los crepúsculos de ese itinerario vital por Los Pedroches, que incluye, cómo no, la época de maestra de párvulos y el enamoramiento de Pedro Tébar, su marido desde hace más de medio siglo. Una ruta íntima por los viejos territorios de la dehesa con que ahora se rinde homenaje, otro más, a una grande de las letras españolas.