Coinciden en el tiempo dos series que desactivan mi queja recurrente de que muchas plataformas producen de forma uniforme, con piloto automático y replicando hasta la eternidad las mismas decisiones. Se trata de La historia de Lisey, que se emite capítulo por semana en Apple TV, y la tercera temporada de Master of None, disponible en Netflix. Es cierto que no son apuestas por voces nuevas. La primera la dirige Pablo Larraín (El club, Jackie) y está escrita por Stephen King según su propia novela. La segunda, creada por Aziz Ansari y Alan Yang, es una tercera temporada. Pero ambas son sorprendentemente insólitas, personales y audaces, y amplían el margen de riesgo de las plataformas. Hay que atender a propuestas así, incluso cuando de saque resulten herméticas, desconcertantes o incluso antipáticas. En relación a esto, no está de más apuntar que tampoco estaría mal superar de una vez la exigencia de perfección e infalibilidad a los primeros capítulos de las series, esa manía de pedirles la excelencia en vez de una invitación a entrar en un relato de largo recorrido. Con solo dos episodios vistos, no tengo claro si La historia de Lisey me gusta.

Pero solo puedo aplaudir una propuesta con una lógica interna tan particular, una aproximación a lo fantástico tan misteriosa y un grado de intimidad tan abrumador: no infravaloremos lo que hace aquí Stephen King. Sí he visto la tercera temporada completa de Master of None, y ojalá vea este año otras propuestas que me gusten la mitad que esta. Son cinco capítulos que no exigen haber visto las anteriores temporadas, una especie de spin off del personaje interpretado por Lena Waithe en la serie. Me gusta todo de ese melodrama de cámara sobre la complejidad de las relaciones afectivas, el conflicto entre los deseos personales y de pareja y la confusión en torno a la idea de realizarse. Pero me conmueven especialmente su esencia cinematográfica, su sentido del espacio y del tiempo, y que todo esté al servicio de sus magníficas intérpretes (Waithe y Naomi Ackie). Igual ninguna de las dos series es perfecta (sé que donde yo veo virtudes otros encuentran ínfulas y trampantojos), pero es objetivo que son un revulsivo a la uniformidad y la desidia.

* Periodista