Se ha producido un enorme despertar en la España interior, un despertar que se articuló a partir de plataformas sociales, una de ellas ya transformada en partido político como Teruel Existe que anuncia su intención de concurrir no solo al debate nacional como algo simbólico sino a participar del todo en la vida política municipal y autonómica. Un proceso que ha crecido del revés, desde el ámbito general con un adversario claro, el centralismo político de este país a confrontar ahora con la capitalidad autonómica y un sentimiento de incomprensión que también perciben en este segundo nivel de descentralización.

Y no están solos, el excelente resultado electoral en las últimas generales con el 26% del total del voto en la provincia y la visibilidad posterior durante la legislatura está animando a otras plataformas como Soria ya, Jaén merece más o Unión del Pueblo Leonés a repensar su futuro organizativo y dar el mismo salto que el partido de Tomás Guitarte. Una de las portavoces de Soria ya decía sentirse más representada por lo defendido con el diputado turolense en el Congreso de los Diputados que con lo que hacen sus propios diputados provinciales de los partidos mayoritarios. Hay un enfoque estructural de reequilibrio territorial que desde una manera transversal quiere participar de las grandes decisiones políticas y coordinar una acción común desde el Parlamento nacional. Al protagonismo histórico de los Partidos de Ámbito No Estatal (PANE) como los nacionalismos periféricos se le añade ahora aquellos que reclaman su atención desde el anillo interior y que lo hacen también mostrando su descontento con Madrid, Europa y sus propias cabeceras autonómicas. Este debate empieza a coger fuerza a principios de los años 2000, con el Gobierno Zapatero y la presentación de un ensayo sobre el desequilibrio de la España interior y la que ganaba población con cuatro planes de discriminación positiva, Plan Soria, Plan Jaén siglo XXI, Plan Teruel y Plan noroeste (León, Zamora y Salamanca) para paliar las consecuencias de los cierres mineros y del comercio del carbón en este último territorio, y sobre las que se invirtieron extraordinarias cantidades para la reactivación económica sin conseguir relanzar la actividad empresarial, es casi calcado al diagnóstico de una tierra como Teruel. Siendo imprescindibles las inversiones públicas millonarias no son suficientes para revertir un proceso de transformación social y económica que arrastra a más de 80% de la población mundial a vivir en las ciudades. Va a haber un movimiento político imparable desde lo local para frenar ese tsunami demográfico por ahora irrefrenable.