No se puede acusar al gobierno de indultar como pago político y al mismo tiempo convocar de nuevo a la foto de Colón a toda la oposición de centro-derecha como si de lo que ahí se tratará fuera una edición de los juegos florales de primavera.

Claro que indultar es hacer política, y lo ha sido en todos los ejemplos que se quieran buscar para ajustarlos a tus argumentos. No se trata de medir al peso quién ha indultado más desde el 78, ni quién lo ha hecho a presos con condenas más graves, ahí no encontrarán la legitimidad de hacerlo. La legalidad está recogida en una norma de hace dos siglos y que ofrece la posibilidad de condicionar su medida a los principios de justicia, equidad y utilidad pública. Y creo que hacía aquí debería dirigirse la mirada, si hablamos de legitimidad, sobre si existe la posibilidad de retomar el diálogo con el independentismo, que sigue gobernando en Cataluña, sin pasar por esta medida de gracia. Para una parte de la opinión pública el indulto es el peaje para seguir contando con el apoyo parlamentario que otorga la mayoría y para la otra es una medida más dentro de una acción política más amplia en busca de soluciones al problema territorial que más preocupa. A los primeros cualquier argumento de futuro les va a resultar invalidado porque solo lo perciben como el ansia de poder del gobierno Sánchez, y a los segundos les puede la esperanza del acuerdo con un movimiento independentista que una y otra vez ha demostrado la falta de flexibilidad en sus posiciones. El inmovilismo político después de los hechos de 2017, que nos llevó a fiar la única salida a la acción judicial nos ha traído hasta aquí, con el mismo problema intacto, aunque con un apoyo popular más debilitado debido a las fugas, las traiciones y la inutilidad de la revolución de las sonrisas que les ha dejado exactamente en el mismo país al que no quieren pertenecer.

Crear víctimas y enemigos comunes no sirve más que para reforzar posiciones que llevan a prueba más de tres años y que han terminado llamando botifler a Gabriel Rufián. La política maneja unos modos más sofisticados que el de las resoluciones judiciales, y es inviable un reconocimiento explícito del independentismo sobre el error de estrategia y una reconvención de sus actitudes. ¿Cómo iban a mirar después a su electorado, que sigue existiendo, por si alguien lo había olvidado? Mientras que para el Gobierno de Pedro Sánchez la decisión es imprescindible y al mismo tiempo necesita de discreción en la explicación si quiere que sea el comienzo de una vía política de negociación útil. Ese es el comienzo del camino que abre nuevamente el indulto.

*Politóloga