Luis de Góngora vivió sesenta y cinco años, diez meses y trece días. Y murió un 23 de mayo de 1627. Pero su memoria es larga, tanto que aún se sigue polemizando sobre él. Una memoria que ha vivido luces y sombras y como dice Feliciano Delgado, «cada cual ha contrastado frente a su verso la propia idea que tenían de lo que era o debía ser la verdadera poesía».

En Góngora se da una paradoja, por un lado es el canon de la poesía académica alabado y ensalzado por todas las academias del mundo y por otro su papel en la poesía es precisamente anti académico pues llevó a una revolución barroca a la poesía que iba precisamente en contra de los cánones. Pero esa paradoja es la que le hace ser uno de los poetas fundamentales en la historia de la literatura mundial y la historia de la poesía.

De la influencia de Góngora en la poesía mundial -la de España es ya archiconocida- podemos hacer dos epígrafes, por un lado la influencia de Góngora en la poesía de habla española y por otro lado en la poesía mundial no hispanohablante. Hay una gran diferencia en este abordaje pues en la primera la influencia se realiza directamente a través de la común palabra española; en la poesía en otro idioma esa influencia es sobre todo por su estructura, el tono, o el uso de una retórica poética común a la poesía occidental. No hubo un solo poeta en su época que no tuviera trato, tanto en el lenguaje como en la estructura, con la retórica gongorina, ya sea en la imitación o en el propio acerbo poético, hasta en lo máximos enemigos de don Luis. La difusión y el éxito de Góngora en Hispanoamércia antecedió al de su propio país y fue aún más amplio y más extenso en el tiempo como señala el propio Dámaso Alonso. Y entre todos ellos quizás la más clara voz poética de Hispano-América en la época como fue Sor Juana Inés de la Cruz -que descubrió al Góngora de las pequeñas cosas-. Con su poema ‘Primero Sueño’ una cumbre de la poesía en lengua española, se hermana con la ‘Primera Soledad’ de Góngora la genial autora.

El gongorismo penetró también pronto en Portugal con Miguel Botehllo de Carvalho, Freire de Andrade, Frai Antonio das Chagas (el más ferviente seguidor de don Luis entre los portugueses) y en Brasil fueron Bernardo Vieira Rabasco, Botelho de Oliveira, y ya en el siglo XX, el poeta brasileño Murilo Mendes (1901-1975) que hasta escribió dos poemas en su libro ‘Tempo español’ titulados ‘Arco de Góngora’ y ‘Lida de Góngora’. Mendes entendió que Góngora era «la intuición de la unidad forma-contenido». En el ‘Arco de Góngora’ dice que «abrió las curvas barrocas de la palabra» y «Arquitectura y música dieron a Góngora/ el sentido de la ordenación plástica del verso». La influencia de Góngora en la poesía brasileña asciende a Gregorio Matos en el siglo XVII hasta poetas más cercanos como Horacio Costa (nacido en 1954).

La literatura europea también es tierra fértil para nuestro paisano en los simbolistas franceses, en Lautréamont o Mallarmé -que es el paradigma en la poesía francesa de esa influencia gongorina-, pero también en el surrealismo francés y en el importante poeta francés Francis Ponge. Y por supuesto en la poesía italiana de Giuseppe Ungaretti.

Pero no solo Góngora ha influido en la poesía, también en la prosa, la castellana e hispanoamericana y quizás a través de ese gran autor español como fue Valle-Inclán con su ‘Tirano Banderas’ que es el precursor de lo que se llamaría el Boom de la novela hispanoamericana. Sin olvidar el gongorista en prosa por antonomasia como fue el cubano José Lezama Lima.

La fecundidad de su legado es universal e inabarcable. «¿Quién escribe hoy que no sea besando la huella de Góngora, o quien ha escrito verso en España, después que esta antorcha se encendió, que no haya sido mirando su luz?» escribió ya en el siglo XVII Martín Vázquez Siruela. Según Martha Lilia «la lírica gongorina conformó no sólo la lengua poética de prestigio, sino casi la única lengua poética que podía concebirse». Lezama Lima ve en el gongorismo un signo muy americano y que sobrepasaría incluso al autor. Lo esencial de Góngora es que más que recrear, crea un mundo concreto a través de su palabra concreta de imágenes por «la exactitud del lenguaje figurado» en palabras de José María Micó. Un influjo que no ha cesado ni en nuestra lengua ni en otras occidentales. Por ello Robayna se atreve a escribir que Góngora es un poeta del siglo XX y quizás de siempre por su continua referencia y relectura por las distintas literaturas occidentales. La proyección de Góngora es tan larga y su estela en la poesía tan vasta que aún hoy estamos lejos de poder calibrar la verdadera influencia de Góngora en otras lenguas y en la propia nuestra. Un poeta que escribió en «esta Córdoba siempre murada/ pero siempre abierta».

** Médico y poeta