Como casi todas las grandes explosiones sociales, el 15M de 2011 no fue organizado por nadie, y, al igual que el 68 francés (salvando las distancias, claro), el estallido sorprendió sobre todo a los partidos de izquierda. De hecho tan a contrapié pilló a la izquierda entonces existente que nunca logró subirse al tranvía de los indignados, que iba muy deprisa y no tenía vías. Tirando de viejas etiquetas, había allí anarquismo, marxismo-leninismo, espartaquismo e incluso peronismo, pero mandaba el factor generacional. Luego algunos líderes trataron de darle forma a todo aquello antes de que la lava se solidificara, buscando modos de organización que no fueran partidos, y el resultado es esa galaxia hoy algo errante por el espacio sideral nombrada Podemos, las Mareas, los Comunes, etcétera. El predominio del factor generacional fue su fuerza, pero también su debilidad al hacerse mayores.

* Periodista