Por ejemplo, si sales con el coche, camino de La Torrecilla (polígono sin ley durante el confinamiento, aunque también sin delitos visibles), y tardas diez minutos en atravesar cuatro calles porque la gente está aparcando, saliendo y entrando. Si vienes por el puente de Andalucía y está hasta arriba de vehículos, con ligeras retenciones en las salidas. Y si llegas a la sede de Diario CÓRDOBA y avistas cierta cola en la gasolinera, podrías pensar que tu tiempo ha retrocedido, como aquellos corazones con freno y marcha atrás de Jardiel Poncela (qué sustos da la memoria), o, mejor, que ha llegado el futuro. Ahí van a 90 por hora, como si nada. Estás a punto de llamarlos domingueros. Incluso da un poco de miedo pensar si estos conductores que han estado tanto tiempo ociosos la van a pifiar por falta de práctica. Es envidia, más que nada. ¿Adónde os encamináis? A la playa, al pueblo, a las atracciones de El Arenal, a recoger a la abuela para que vea los patios. Ves coches y, a pesar del metal y del ruido, estás viendo vida. Una vida que vuelve a las calles, quizá con demasiada precipitación, como si se hubiera abierto la puerta de chiqueros igual que ayer en Los Califas. ¿Somos los mismos pasado más de un año? ¿Somos iguales aunque con mascarilla? La alegría se empaña con el miedo, pero ahí estamos, ansiando vernos.