Te podrá gustar más o menos e incluso, hasta combatirlo mediante argumentos políticos, pero desde que se vieron posibilidades de que, por primera vez, alguien a la izquierda del PSOE pudiera formar parte de un gobierno, se desató una ola de propaganda mediática, de los poderes facticos ocultos y finalmente de la extrema derecha y la derecha extrema, contra Pablo Iglesias y lo que él representaba. Siempre he pensado que el auge de Vox, vino de la mano de esos poderes ocultos, como «antídoto» político visceral y hasta mafioso, una vez que con Rivera fracasaron.

La historia comienza hace justo una década, cuando el movimiento de jóvenes «Indignados», también conocido como 15M se echa a las calles y plazas de este país. Por primera vez, la fuerza viene desde abajo a arriba y no al revés, como hasta entonces ocurría con los partidos tradicionales.

Inmersos en una crisis atroz donde quienes la provocan se encargan de poner «solución» con medidas que ahondan aún más en la desigualdad y paradójicamente liderada por el partido más corrupto de la historia de la democracia en España, surge Podemos (luego, con IU, Unidas Podemos) con un líder carismático, pero acompañado de muchos otros de su misma generación, da el salto a la política formalmente en 2014 llegando un año después a tener unos resultados históricos con 69 diputados. Es ahí, justamente cuando saltan todas las alarmas de quien había manejado los hilos de la economía y la política los últimos cuarenta años. «Estos chicos son más peligrosos de lo que creíamos» (debieron pensar).

Pablo Iglesias, es alguien que, por supuesto como otros, se salía del guion. Licenciado en Derecho y también en Ciencia Políticas con premio extraordinario a mejor expediente de su promoción, con un brillante curriculum, que sin embargo lucha por las causas nobles y por los más desprotegidos de la sociedad, no era el modelo de político que les interesaba.

Claro que mucho más atroz ha sido el caso de Julian Assange, un programador, periodista y activista australiano, con múltiples premios internacionales en su haber. También se atrevió a desafiar al status quo, en este caso, al gigante norteamericano, con sus denuncias sobre los crímenes y abusos en Afganistán. Desde entonces, ha sido objeto de todo tipo de acusaciones --nunca probadas-- compras de gobiernos y por último, encarcelado en un régimen más propio para terrorista, con 23 horas incomunicado al día.

Un caso también paradigmático es Yanis Varufakis, un economista, catedrático universitario, político, activo bloguero, autor de varios libros de política y economía y cofundador junto a Bernie Sanders, --otro de los «apestados» por el sistema político-financiero y mediático-- de la organización Internacional Progresista (IP). En 2015 fue elegido diputado en las elecciones parlamentarias por la Coalición de la Izquierda (Syriza) y luego nombrado ministro de Finanzas de Grecia. A los pocos meses tuvo que dimitir, al no ser apoyado ni por su propio partido, que se plegó a las condiciones que la Unión Europea, le imponía a Grecia. Hoy trabaja desde su propio partido por sus ideas y su soluciones, para Grecia y la UE.

Jean Luc Melenchón en Francia, es otro que no siguió el guion que le marcaban, incluso dentro de su partido en Partido Socialista Francés y decidió, crear el movimiento «Francia insumisa», quedándose a las puertas de disputar la presidencia de Francia en la segunda vuelta. Los poderes, esos que operan en la sombra, decidieron apostar mediáticamente por la ultraderechista Le Pen, que por él, tal como aquí ocurre con el blanqueamiento de Vox.

Las alarmas saltan siempre, cuando se plantea y se consigue estar en el gobierno. Se llame Iglesias, Varufakis, Melenchón, Correa o Morales, de una manera o de otra, antes o después, habrá (ha habido) estrategias para debilitarlo hasta límites insospechados (guerra sucia, cloacas del Estado, acoso personal y familiar, bulos, acusaciones falsas, denuncias archivadas... etc.).

Este es el caso de Pablo Iglesias, que como mantengo en este artículo, se salía flagrantemente del guion. Pero ha demostrado una cosa: que si se cuenta con el apoyo de las gentes que no se dejan manipular por la propaganda, la desinformación y las mentiras, se puede llegar a construir un futuro mejor, basado en las necesidades de las personas y no de las grandes corporaciones económicas y mediáticas (que ya se diferencian poco) evidentemente, eso sólo se puede hacer, si hay muchos como él y como los anteriormente citados. Es hora de que nos salgamos también del guion.