Ya son nueve años, desde aquel 12 de mayo de 2012, los que han pasado de aquella extraordinaria efemérides que tuvo como centro a la Virgen del Carmen de San Cayetano, la Emperatriz de Córdoba. Así lo recuerda cada año Demetrio Fernández, el obispo de Córdoba que la coronó, y que le regaló su pectoral el año pasado. Fue inolvidable. Se recordará como una de las celebraciones más grandiosas vividas en el interior de la maravillosa Catedral de Córdoba el solemne pontifical de coronación canónica de la venerada imagen de Nuestra Señora del Carmen del convento de San Cayetano de los Carmelitas Descalzos de Córdoba, confirmándose como una de las principales devociones marianas de la ciudad. El día 12 de mayo de 2012 pasará a la historia religiosa de Córdoba como una de las manifestaciones de fe más impresionantes vividas en su historia reciente, la más multitudinaria celebrada en la Mezquita-Catedral. Se cumplían 425 años de la llegada de los carmelitas descalzos a la ciudad de manos del propio San Juan de la Cruz y el inicio de la devoción a la Reina del Carmelo en su casa del convento de San Cayetano.

Tras la celebración del Triduo en Santa Marina, la celebración tuvo lugar el día 12 de mayo a las 18.00 horas en la Santa Iglesia Catedral, presidida por el obispo de Córdoba y concelebrada por Santiago Gómez, obispo auxiliar de Sevilla y por el P. Saverio Cannistrá, general de los Carmelitas Descalzos.

Las puertas de la Catedral se abrieron un poco antes de las 17.00 horas para comenzar a ubicar a los diez mil fieles que se daban cita, más de ocho mil personas en las sillas y lugares reservados, otros de pie dentro, y otros miles en el patio de los naranjos para esperar la salida de la Virgen del Carmen ya coronada. Un centenar de hermandades procedentes de toda España acompañaron en el solemne acto, así como todo el Ayuntamiento bajo mazas y la Diputación, junto con las autoridades académicas y militares realzaron la celebración religiosa. Casi dos centenares de mujeres ataviadas de mantilla negra española formaban parte del cortejo. La mayor parte de la nobleza y grandes de España residentes en Córdoba estuvieron en la celebración, recordando la vinculación que siempre han tenido con la archicofradía. Concelebraron más de cien sacerdotes y religiosos de otras órdenes, junto a los carmelitas descalzos, así como miembros del Cabildo Catedralicio y del clero secular. La liturgia resultó esplendorosa, con la Misa de la Coronación de Mozart y piezas del Magnificat de Bach, interpretadas por el Coro de Ópera de Córdoba y la Orquesta del Conservatorio de Música de la ciudad, bajo la dirección de Manuel Pérez.

Fue coronada de manera singular. Las coronas, consideradas entre las siete mejores de España, nacen del amor de sus incontables devotos, sobrepasando las 900 donaciones que han hecho realidad estas verdaderas joyas de la orfebrería contemporánea. Oro cincelado y repujado por el orfebre cordobés Manuel Valera, que llevan engastadas numerosas joyas antiguas y pedrería que acrecientan su valor. La perla escondida de la corona, como así se denomina a la labor de caridad, se ha desarrollado en la colaboración con Oncología Infantil de la Asociación Española contra el Cáncer, el Comedor escolar Niño Jesús de Praga de Tucumán y Cáritas Diocesana de Córdoba. En torno a las seis mil comuniones se distribuyeron de manera organizada por las naves catedralicias. El canto de la Salve Regina y el Aleluya de Haendel como canto triunfal de salida despertaron los vivas y aplausos a la Reina Carmelitana.

Procesión de la Virgen del Carmen tras ser coronada. CÓRDOBA

Si grandiosa fue la celebración, apoteósica fue la procesión triunfal de regreso. Sobre las 20.00 horas se inició el cortejo procesional formado por unas 1.300 personas portando cirios, los más de 100 estandartes y varas de las cofradías, las calles repletas del inmenso gentío, no sólo de cordobeses, sino también de otros muchos devotos procedentes de distintas partes de España. Cantos, petaladas, calles engalanadas, vivas y aplausos. No se recuerda una procesión de estas características en la ciudad. A las 2 de la madrugada llegaba la Virgen del Carmen a su convento, siendo recibida por la gran familia carmelitana cordobesa y por un castillo de fuegos artificiales que hacía las delicias de todos, procediéndose a la bendición de un grandioso retablo cerámico en la fachada del convento de San Cayetano, realizado en los talleres de Antonio Linares en Villamartín.

Era el resultado final, después de cuatro años de trabajo, de exposiciones extraordinarias, conciertos, actividades culturales, ponencias, congresos, un sinfín de actos que la comisión organizó a la perfección. Será el modelo de las coronaciones no sólo en la diócesis de Córdoba, sino también en otras.

Y sigue creciendo aún más cada día su devoción, sus cultos y salidas procesionales cada año son seguidos por numerosos devotos. Gracias a Ella, nuestra Virgen del Carmen Coronada, la Emperatriz Cordobesa.