En uno de los textos más conocidos de Kant (¿Qué es la Ilustración?), el filósofo invocaba como lema de la Ilustración la frase de Horacio ‘Sapere aude’, cuya traducción literal sería «atrévete a saber», pero que él interpreta como tener el valor de usar nuestra propia razón: «Para esta ilustración no se requiere más que una cosa, libertad; y la más inocente entre todas las que llevan ese nombre, a saber: libertad de hacer uso público de su razón íntegramente». Esta perspectiva ha sido adoptada por diferentes filósofos, entre otros por Hannah Arendt en uno de sus textos publicados póstumamente: La libertad de ser libres, si bien se trata de una cuestión de la que ya se había ocupado en otros de sus trabajos. En uno de los cuales dirá que «la libertad es en rigor la causa de que los hombres vivan juntos en una organización política, sin ella, la vida política como tal no tendría sentido, la raison d’être (razón de ser) de la política es la libertad, y el campo en el que se aplica es la acción».

La lista de los teóricos que se han ocupado de la libertad y los debates generados en torno a ella son inmensos, baste recordar por ejemplo los influyentes ensayos sobre la libertad de Isaiah Berlin. Cualquier manual de teoría política veremos que tiene un apartado dedicado a ese tema, pero incluso en ese tipo de obras de referencia, alejadas del rigor metodológico de las obras de los citados, encontraremos mayor profundidad que en todas las consideraciones que a lo largo de la campaña electoral ha hecho Isabel Díaz Ayuso sobre la libertad. Entiendo que para conseguir votos no se puede ir a un mitin con citas de Kant o de Hannah Arendt, pero si yo fuera votante en Madrid entendería como un insulto a mi capacidad intelectual las interpretaciones sobre la libertad a las que ha recurrido la candidata popular. Nadie va a encontrar relaciones entre este principio fundamental de la vida y las cañas de cerveza, hacer lo que te dé la gana o, mejor aún, no encontrarte con tu ex. (Supongo que esto último no se puede garantizar en muchos municipios madrileños que cuentan con unos centenares de habitantes). Pero a pesar de esas carencias y de la falta de explicación de su gestión durante los dos años anteriores, ha conseguido más de millón y medio de votos. Por supuesto que los ciudadanos son libres de elegir la candidatura que consideran más adecuada, pero me resulta difícil comprender cómo tantas personas pueden optar por ese modelo de política, qué modelo de sociedad es el que hemos generado en estos años como para llegar a esta situación. Junto a la incomprensión, sitúo la preocupación por los planteamientos cercanos a la ultraderecha de que ha hecho gala la presidenta madrileña, máxime si tenemos en cuenta que ha manifestado estar dispuesta a contar con Vox en su gobierno, una formación que ha aumentado el número de votos, y así ya tenemos que hay casi dos millones de madrileños a los que al parecer no les importa que en su Comunidad se aplique un programa de ultraderecha.

Desde la izquierda lo que cabe ahora es una reflexión seria, donde junto a algunos aspectos estructurales deberán asumir los errores cometidos, en especial por los socialistas, que se equivocaron al asumir el discurso de Iglesias, primero cuando dijo que él iría a por el voto de izquierdas y Gabilondo a por el de Ciudadanos, y luego al centrarse en la cuestión de fascismo o democracia, pienso que ahí no estaba el debate, porque los ciudadanos no veían en ella el punto clave a la hora de tomar una decisión. Por otro lado, se oscurece el futuro de Podemos, resulta curioso que ya no estén en la política española los dos que dijeron venir a regenerarla, Iglesias y Rivera. ¿Cómo estaríamos ahora si este último hubiese aceptado formar gobierno con los socialistas en abril de 2019?

*Historiador