Para el común de los mortales, una batalla entre Facebook y Apple viene a ser como un enfrentamiento entre King Kong y Godzilla: un combate sideral, incomprensible, que desborda nuestro marco de referencia. Pura fantasía cinematográfica. Sin embargo, es lo que está ocurriendo a cuenta de la introducción por parte de Apple de una herramienta para mejorar la transparencia de las aplicaciones de seguimiento, que de hecho permite al usuario de cualquiera de sus dispositivos -sobre todo iPhones y iPads- negarse a permitir el rastreo con fines aparentemente publicitarios.

Esta apuesta por la transparencia, que no es en absoluto desinteresada, ni se hace pensando en los consumidores, supone una fuerte amenaza para el modelo de negocio de Facebook, que incluso ha pagado una campaña en los medios tradicionales estadounidenses para acusar a Apple de torpedear el libre mercado y atacar a las pequeñas y medianas empresas que contratan con éxito sus anuncios personalizados en el emporio de Mark Zuckerberg. Si tienen más curiosidad por el asunto, prueben a instalar en sus aparatos una extensión del navegador Chrome llamada Lighthouse, que les permitirá comprobar todas las apps de rastreo que les están vigilando cada vez que entran en una página web cualquiera. Es un ejercicio asombroso, y clarificador.

Pero quien pretenda ver a Apple como un ‘Robin Hood’ de la privacidad en tiempos convulsos se equivoca de lleno. Sus leoninas condiciones aplicadas en la App Store a empresas como Epic Games (la responsable de Fortnite) o Spotify han hecho que en el mundillo se hable con sorna y resquemor del Impuesto Apple (‘Apple Tax’): la enorme comisión que cobra por las descargas es casi confiscatoria y supone de hecho un abuso de posición dominante que se va a dirimir en los tribunales de justicia. Hay muchos miles de millones de euros en juego.

Lo más interesante de todo este barrizal no es solo comprobar que ya han comenzado las hostilidades entre las mega-empresas por el filón de los datos. La privacidad y la confianza de los ciudadanos en sus proveedores de dispositivos y de información es una de las principales claves de la nueva competitividad, en un mundo que empieza a tener conciencia de lo que puede suponer la excesiva intromisión de los gigantes digitales en la vida y milagros de cada uno de nosotros. El que mejor simule que trata a sus clientes como ciudadanos puede llevarse el gato de los beneficios al agua. Apple ha captado el mensaje.

* Economista | @ebpal