Mañana, 10 de mayo, se celebra la fiesta de san Juan de Ávila, con el tradicional encuentro de los sacerdotes cordobeses en Montilla, donde tendrá lugar una solemne Eucaristía, en su basílica, presidida por el Nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, acompañado por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández. Posteriormente, los asistentes se dirigirán al Teatro Garnelo, donde el profesor de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, ofrecerá la conferencia titulada «Alcanzados por Cristo: San Pablo y San Juan de Ávila, frente a frente». A diferencia con años anteriores, los sacerdotes no podrán compartir la comida y una jornada fraterna con aquellos que celebran sus Bodas sacerdotales de oro y de plata. Por la tarde, el Nuncio llegará a Córdoba para inaugurar la restauración de la Capilla del Espíritu Santo de la Santa Iglesia Catedral. La fiesta de San Juan de Ávila marca con fuerza la agenda pastoral. Y como bien señala el obispo en su Carta semanal, ahora se cumplen 75 años de la declaración por parte del papa Pío XII, de Juan de Ávila, como «principal patrono ante Dios del clero secular de España». Su doctrina sobre el ministerio sacerdotal es abundante. Y en su época, en un contexto de relajación de las costumbres del clero, Juan de Ávila urge a la santidad de los sacerdotes, viviendo en primera persona un estilo de vida, que suscita seguidores, la «escuela sacerdotal avilista», como una oleada de santidad, que reforma la Iglesia en sus cimientos. «Cuando hoy vivimos una profunda crisis a todos los niveles, sobre todo en la fe del pueblo santo de Dios, la vida y la doctrina del doctor Juan de Ávila, se hace más actual que nunca», subraya también don Demetrio en su carta.

Hace poco, el papa Francisco ordenaba sacerdotes a nueve diáconos, en Roma, y en su homilía, realizó una serie de advertencias a los ordenandos para que vivieran con lealtad su vida: «El sacerdocio no es una carrera, les dijo, es un servicio, como el que Dios hizo a su pueblo. Y este servicio tiene un estilo que debéis seguir: un estilo de cercanía, de compasión, de ternura». El Papa desarrolló, a continuación, las cuatro «cercanías» del sacerdote: «Primera, la cercanía con Dios en la oración, los sacramentos y la misa; segunda, la cercanía al obispo, estar cerca de él, porque en el obispo tendréis unidad; tercera, cercanía entre vosotros y os sugiero un propósito: no habléis nunca mal de un hermano sacerdote; por fin, la cuarta cercanía es con el santo pueblo de Dios». Con el mismo estilo, la misma claridad y la misma ilusión, que irradiaba san Juan de Ávila, el Papa dirigió a los nuevos sacerdotes esta admonición paternal: «Por favor, alejaos de la vanidad, del orgullo, del dinero. El diablo entra por los bolsillos. Pensadlo. Sed pobres como pobre es el santo pueblo fiel de Dios. Pobres que aman a los pobres. No seáis arribistas. Cuando un sacerdote comienza a ser empresario, ya sea de la parroquia o del colegio, pierde esa cercanía con la gente, esa pobreza que lo asemeja a Cristo, y se convierte en el sacerdote empresario y no en el siervo». Magnificas las palabras del papa Francisco, a los sacerdotes de hoy, que nos traen el aroma de Juan de Ávila, patrono del clero español y Apóstol de Andalucía. Como bien dice el obispo don Demetrio, al final de su carta, «la diócesis de este santo clérigo cordobés está llamada a brillar en el mundo por la santidad de la Iglesia y por el celo ejemplar de sus ministros».

* Sacerdote y periodista