Isabel Díaz Ayuso, tras su triunfo arrollador del que he sido testigo directo, se dirigió agradecida a «los madrileños de Córdoba» y de otras regiones de España que viven en Madrid. En octubre de 1952 fue la primera vez que llegué a la capital de España. A lo largo de los años –«la vida es un soplo» dijo Punset- mi vida profesional se ha iniciado y desarrollado aquí. La he compatibilizado con Baena donde nací y también con Doña Mencía, Montoro y Aguilar, de donde proceden mis antepasados paternos y maternos. He sido testigo de cómo Madrid ha ido cambiando para bien. El metro, por ejemplo, es ya el mejor de Europa; entonces era un medio de transporte para gente muy común, incluidos estudiantes y soldados. En Madrid siempre te hablaron en español y no te diferenciaron de «maketos» ni de «xarnegos». Nunca me sentí forastero pese a que somos muchos los que no nacimos aquí. Desde Joaquín Leguina, que fue presidente de la Comunidad durante los doce primeros años y sus sucesores, especialmente Esperanza Aguirre, la gestionaron muy eficazmente y la convirtieron en una de las más prósperas de España. En esa línea ha gobernado Isabel Díaz Ayuso. Ha resistido con valentía toda clase de infundios por parte del poder ejecutivo. No me imagino yo a Ángela Merkel poniendo zancadillas a cualquier «Länder» donde no gobierne la CDU. Viendo las muy largas colas ante los colegios electorales comprendí que, los madrileños de la capital o madrileños forasteros, han ido a votar con la mirada puesta en la Moncloa y no como si las elecciones fueran una más de carácter regional, como dice el Gobierno.

** Periodista