Lo del PSOE promete toda la épica de las grandes batallas y todos los secretos inconfesables que solo conoceremos bien cuando leamos las memorias de sus protagonistas. Navajazos por la noche, sonrisas por la mañana, y todos unidos cuando pasen las primarias del 13 de junio (no tanto: si gana Susana Díaz seguirá la guerra y si pierde habrá varios mandos en el socialismo andaluz durante un tiempo). Se hunde el PSOE en Madrid y descargamos la mano en Andalucía, donde el picoteo constante para moverle la silla a Díaz había acabado convirtiéndose en clamor. Ella pide ahora a Ferraz que no se entrometa, que le deje «·libertad» (palabra de moda en la política que ya mismo no significará nada, qué pena) y que juegue limpio (bueno, así de explícitamente no lo dice), mientras sus opositores le devuelven los mismos argumentos: que la contienda con el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y con otros candidatos que puedan surgir, no esté llena de trampas. Porque Susana Díaz se enfrenta al aparato de Pedro Sánchez, pero Juan Espadas va a enfrentarse al aparato de Susana Díaz en Andalucía, que no es moco de pavo, y que ella se lleva trabajando meses. Qué cosas.