Alguien en algún lugar debe estar haciéndose algunas preguntas: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué hubo elecciones en Madrid el 4 de mayo de 2021 y no en junio de 2023? ¿Por qué todo un vicepresidente del Gobierno bajó al barro de una comunidad autónoma para hacer de «revulsivo» y acabó dimitido? ¿Por qué no se hicieron primarias en las formaciones a la izquierda del PSOE? ¿Por qué el socialismo presentó a un candidato al que nadie defendía en voz alta? ¿Por qué se perdieron tantas horas y tantas energías hablando de balas en lugar de hablar de camas de hospital? ¿Por qué un día no tan lejano todo un presidente del Gobierno se envolvió en banderas de España y de la comunidad? ¿Por qué se presentó una moción de censura en Murcia? ¿Por qué nadie se sabía la ley para presentar una moción de censura mientras se disolvía la Asamblea? ¿Por qué Rivera dinamitó su propia criatura forzando unas elecciones que le han borrado del mapa? ¿Qué consecuencias tiene para los partidos de un Gobierno que en unas elecciones regionales quedan en tercer y en quinto lugar? Son preguntas que no puede responder una sola persona. Hay muchos responsables, ellos saben quiénes son.

Pero no solo hay preguntas para los políticos de Madrid. ¿Por qué tantos de la llamada periferia han callado ante tanto despropósito y se han limitado a susurrar? ¿Por qué los intelectuales autodenominados progresistas siguen con su superioridad moral que les impide empatizar con los problemas de la gente? ¿Por qué se ha regalado a la derecha el monopolio de la idea de España en lugar de contraponer otra basada en la diversidad y en la cooperación y no en la uniformidad y en la imposición?

* Periodista