El centenario de la Fiesta de los Patios de Córdoba va a tener la fortuna de coincidir con los primeros pasos de desescalada de la pandemia del coronavirus. Transcurrido más de un año en el que las medidas sanitarias han impuesto la cancelación, uno tras otro, de los eventos tradicionales de más arraigo y popularidad, esta será la primera gran fiesta que pueda celebrarse en España con cierta movilidad. El final de las restricciones entre las provincias de Andalucía abre una ventana a la esperanza para el turismo y la hostelería y de alegría para los cordobeses, tan amantes de su fiesta más singular, la que ha merecido el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

Mañana empieza el Concurso de Patios, que se prolongará hasta el 16 de mayo, pero ya en estos días previos se nota en las calles -como en toda Andalucía- un movimiento inesperado, una suerte de despertar, con la Mezquita-Catedral abierta de nuevo y la Judería llena de paseantes, que trae la primavera a nuestras vidas.

No puede negarse que esta desescalada, acogida con tanto entusiasmo, produce inquietud, pues las tasas de inmunización contra el covid-19 todavía son bajas. Es cierto que van reduciéndose los contagios y las muertes, al estar ya vacunada la población de más edad, pero la cobertura apenas supera el 10% en Andalucía y el 13% en Córdoba, a pesar de que es la comunidad que mejor está desarrollando la campaña. De momento, es cierta esa frase del consejero de Salud, Jesús Aguirre: «Vacuna que llega, vacuna que se pone», con porcentajes de inoculación del 100%. Las próximas semanas, con la llegada masiva de viales, se repetirá el récord de los últimos días. Empieza a parecer factible vacunar al 70% de la población para el verano.

Pero, mientras, hay que extremar la cautela, un objetivo que depende de la responsabilidad colectiva y de la actuación de las instituciones, que ven acercarse el final del estado de alarma (9 de mayo) con el riesgo de carecer de instrumentos si la situación empeora. Lo previsible es que el ritmo de vacunación impida una nueva escalada de contagios, pero algún riesgo hay.

Para desarrollar la Fiesta de los Patios, el Ayuntamiento ha habilitado medidas que, en una primera impresión, parecen las adecuadas. Cribados a los cuidadores, controles tecnológicos con sensores y drones, controladores e informadores, aforos reducidos que van de 3 a 70 personas por recinto... Si las colas no se convierten en un problema, es posible que el evento se celebre con buen ritmo. No será igual al de otros años, pero se salvará el certamen.

Los patios y la ciudad entera esperan a visitantes cordobeses, de la capital y la provincia, y de toda Andalucía. El centenario se completa con una galería fotográfica en Las Tendillas, con flamenco y copla y conciertos extraordinarios en el Alcázar.

Para mantener este espíritu del centenario, el alcalde, José María Bellido, ha anunciado una edición extraordinaria en octubre, en la que se espera -con una mejor situación epidemiológica- poder recibir ya a visitantes de toda España. Y también ha anunciado incentivos para los cuidadores, necesarios para que perviva una tradición que, como decía uno de ellos, es una afición «muy sacrificada», que requiere dedicación diaria durante todo el año. Los patios son la esencia de Córdoba, que cumple cien años desde el primer concurso en unas circunstancias difíciles. Pongamos interés en que esta celebración sea un éxito, y sentemos las bases para otros cien años de patios cordobeses. 

* La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales