Me declaro cordobés de pura cepa y amante de mi tierra. Soy piloto comercial, por lo que me ausento largos periodos. Y vivir fuera de tu ciudad natal nunca es fácil. Sin embargo, el regreso a casa siempre es motivo de alegría. Se convierte en una necesidad vital, en una manera de recuperar el equilibrio, de recargar las pilas y de coger fuerzas para tirar otra temporada.

Y a mí, las vueltas a casa me apasionan. Sobre todo cuando, al ir llegando a Córdoba por las sinuosas curvas de la Cuesta de Los Visos, mientras dejo la preciosa panorámica de la ciudad a mi derecha, atravieso el moderno y magnífico puente que une las dos orillas del Guadalquivir. Esta gigante infraestructura tiene el nombre de un gran desconocido para todos, un personaje histórico que fue protohumanista, científico, químico e inventor y que ha sido el motivo de este artículo. Se trata de Abbás Ibn Firnás.

Ibn Firnás fue el primer hombre de la historia que fue capaz de construir un planeador para transportar a una persona. Logró un vuelo exitoso en el año 852, cuando despegó desde lo que hoy conocemos como La Arruzafa. Hasta la inauguración del puente que lleva su nombre, el 14 de enero de 2011, no conocía las proezas de este sabio rondeño que vivió y murió en la Córdoba del siglo IX. Para mí fue una sorpresa descubrir que fue un adelantado de su tiempo y pionero de la aviación. Y por si esto fuera poco, también supe que se le considera el precursor de Leonardo Da Vinci, ya que elaboró diseños aeronáuticos seiscientos años antes que el genio del Renacimiento.

Pero no quiero que este artículo trate sobre los logros y la vida de Ibn Firnás, sino sobre la importancia que a mi parecer se le debería brindar a este sabio tan aventurero en Córdoba, ciudad que eligió para realizar sus loables proezas y donde finalmente murió tras una larga y próspera vida. Este protopiloto debería ser valorado como merece, dándole su sitio en la historia de nuestra ciudad, tal y como se ha hecho en otros países, como Libia, donde se ha emitido un sello con su efigie; o Iraq, donde le han erigido una estatua en la Carretera del Aeropuerto internacional de Bagdad y han dado su nombre a otro aeropuerto en el norte del país; en Ronda han inaugurado un centro astronómico que lleva el nombre del aeronauta. Incluso la luna también cuenta con un cráter en su cara oculta que se llama Ibn Firnás.

Puede algunas personas consideren que ya se le ha rendido suficiente tributo al construir un puente en su honor. E incluso habrá otras que puedan decir que, además del puente, también tiene un monumento. Y es verdad. La escultura, ideada y modelada por el escultor madrileño Francisco Javier Galán Domingo, que bajo mi punto de vista es espectacular, está ubicada en un paseo que se encuentra bajo el propio puente de Ibn Firnás. Muchos desconocen su existencia puesto que el acceso a la misma se hace un poco complicado. Solo los pocos que pasean por allí tienen la suerte de verla. Y me consta que la mayoría se paran estupefactos para observar la obra, que tiene tres metros de alto por cinco de ancho. Y solo entonces es cuando adivinan por qué el puente tiene ese nombre, y quién fue Ibn Firnás.

Está escondida, sí. Y es una pena, porque en el camino hacia el aeropuerto de Córdoba hay infinidad de rotondas, y muchas de ellas vacías. Se me ocurre que una de ellas podría ser el escenario perfecto para acoger el monumento de Ibn Firnás, dándole así visibilidad y la importancia que merece la obra y el personaje, ya que no dudo de que, de haber vivido en Francia, el protopiloto tendría mucho más que un puente y un monumento en su honor. Si el lugar de sus proezas hubiese sido EEUU, hasta se habría rodado una película sobre su vida. Quizá si Ibn Firnás hubiese sido alemán, la gran aerolínea Lufthansa podría haber llevado su nombre.

Hace unos meses, nos llevamos una inmensa alegría al conocer que Córdoba había sido la ciudad elegida por el Ministerio de Defensa del Gobierno de España para ser la sede que albergue el centro logístico del Ejército de Tierra. Todos sabemos que ello supondrá un enorme espaldarazo económico y social en la zona, pudiendo generar hasta cerca de 1.600 puestos de trabajo e impulsando además otros sectores, como el de la aviación. Relacionado con esta noticia, hace unas semanas, conocimos que una aeronave de AENA, equipada con modernos sistemas de navegación, sobrevoló la ciudad para la creación de las cartas de aproximación que las aerolíneas necesitarán para poder aterrizar y despegar en nuestro aeropuerto.

Gracias a esta magnífica conjunción de elementos, será posible a corto plazo que el aeropuerto de Córdoba pueda estar listo para operar con vuelos comerciales y crear un puente aéreo con otras ciudades e incluso con otros países. Y esto es de suma importancia, porque ya que no dependeremos de ciudades como Sevilla o Málaga para poder atraer turistas. Córdoba podrá abrirse al mundo por sí sola.

Por ello, como piloto cordobés, me veo en la obligación de hacer visibles los logros de Ibn Firnás, un malagueño con corazón cordobés, y poner mi granito de arena para que todos los andaluces nos sintamos orgullosos de él y de su historia. No deberíamos dejar que su recuerdo quedase en un simple puente y en un monumento escondido y desconocido. Y... puestos a soñar, me recreo pensando que algún día, como dice el chiste, pudieran venir un francés, un americano y un alemán a visitar Córdoba, no sin antes haber surcado el mismo cielo que un día sobrevoló el aeronauta del siglo IX, pero sí después de haber pisado tierra firme en el Aeropuerto Internacional Abbás Ibn Firnás de Córdoba.