Acabo de saber que no pertenezco a la Generación del Baby Boom, como siempre creí, sino a la Generación X, la de los nacidos entre 1969 y 1978. Según los demógrafos, somos hijos de la Generación Silenciosa (llamada así porque nunca hablaban de lo ocurrido durante la Guerra Civil) y padres de la Generación Z, cuyo nombre se escogió en un concurso radiofónico entre otras posibilidades, como Generación Posmillenial o Generación de los Nativos de Internet. Según estudios, hay rasgos que caracterizan a cada grupo. Los de mi generación somos cínicos y ambiciosos. Estamos obsesionados con el éxito y tan influidos por la música que escuchamos de jóvenes que hay quien nos denomina Generación MTV, por el canal de televisión de vídeos musicales. Aunque aquí la mayoría no sabíamos qué era la MTV y seríamos más bien la Generación 40 principales. 

Lo de Generación X viene de Douglas Coupland, un escritor estadounidense que, por cierto, no pertenecía a la generación que bautizó. Esto de poner nombre a las cosas siempre es complicado. A veces, hasta los expertos se quedan en blanco. Así ocurre con los nacidos después de 2010, que siguen sin etiqueta. Una posibilidad es Generación Alfa. Seguir el alfabeto es práctico, así no hay que pensar mucho. Pero no hay consenso, claro. Nunca lo hay. Propongo Generación Nemo. Por su literario significado -«nadie», en latín- y también por el pececito de la peli, que pasó también lo suyo, el pobre.No creo que haya dudas, en cambio, sobre cómo llamar a la generación de los nacidos tras 2020. Posibilidades: Generación Pandémica, Generación Vacunada, Generación Inmunizada (contra el virus, contra la incertidumbre, contra el miedo, contra la sorpresa) o bien Generación Menguada. Porque eso es lo que va a ocurrir en el mundo: serán menos. Ese es el precio de la crisis y la inseguridad que ha dejado la pandemia. No serán bebés del Baby boom, sino del Baby bluf. Y también serán nuestros nietos. Imaginémosles.