Celebramos hoy el día mundial del libro, que nos invita a través de la lectura a conectar con otras historias, a imaginar realidades diversas, a romper nuestro aislamiento, a cultivar nuestro pensamiento. El escritor y político inglés Francis Bacon señalaba que es la lectura la que hace al hombre completo, la conversación lo hace ágil y el escribir lo hace preciso.

La pandemia ha traído un récord histórico de lectura en nuestro país. El Barómetro de Hábitos de Lectura recoge como los libros han sido uno de los grandes aliados para soportar confinamientos y toques de queda, señalando los lectores entre sus ventajas adicionales el entretenimiento, la desconexión, la relajación o la autoestima. Aumentando los lectores un 3% respecto del año anterior e incrementándose el formato digital de forma exponencial a un 43%, aunque dicha cuota digital sigue siendo baja, en torno al 7% del total. Necesitamos leer.

Llevaba razón el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa cuando dijo que aprender a leer es lo más importante que le había pasado en la vida: seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Y es que leer refuerza los lazos entre las personas y amplía nuestros horizontes, al tiempo que estimula nuestras mentes y nuestra creatividad, nos instruye de otras ideas y pensamientos, de otros modos de ser y estar en el mundo. Leer es equivalente a pensar con la cabeza de otra persona en lugar de con la propia, afirmaba Schopenhauer.

En este aniversario de la muerte de Cervantes, luchamos contra gigantes, amigo Sancho, como la injusticia, el miedo y la ignorancia. Leer hoy para luchar contra los nuevos molinos de viento, para vacunarnos contra esos mensajes racistas y xenófobos, basados en mentiras sin escrúpulos, en manipulaciones populistas como estos días hemos visto por un puñado de votos, en el país donde la falsedad sale gratis. No vivamos la ignorancia autoelegida. Me moriré de viejo, señalaba el protagonista de la obra cervantina, y no acabaré de comprender al animal bípedo al que llaman hombre, cada individuo es una variedad de su especie.

Don Quijote soy, y mi profesión la de andante de caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato? Soñar el sueño imposible, luchar contra el enemigo imposible, correr donde valientes no se atrevieron, alcanzar la estrella inalcanzable, ese es mi destino. Porque, sábete Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro.