Caigo en la cuenta de que en la imagen de Ada Colau hay algo de hada madrina. Véase, por ejemplo, la que le da Disney en ‘La Cenicienta’. Una especie de matrona bienintencionada que tiene su familia en los demás. Simpatizo poco con Colau, pero ha sabido componer un espacio político propio, sin sucumbir al independentismo ni entregarse a sus adversarios. Hay en ella una respiración de clase con mucha más verdad que en la interesada y egoistona quimera nacionalista. Ahora sorprende retirándose de las redes, teniendo un millón en Twitter. Aunque no da muchas explicaciones, en el fondo abjura, sin duda, de esa aparente democracia instantánea que suele desembocar en linchamiento, y en la que siempre hace su aparición el monstruo interior de toda sociedad, la chusma pasional (aunque se vista con ropa de marca) que maneja la destilería de odios varios y corea las ejecuciones en la plaza pública.

*Periodista