Qué exóticas resultan las imágenes de Nicolas Cage en formato físico. Se acaba de publicar Las 100 primeras películas de Nicolas Cage, un libro ilustrado en el que el artista Paco Alcázar y el escritor Torïo García repasan con amor y humor la amplia filmografía del actor. El cuerpo central son ilustraciones de distintos personajes de Cage (desde su debut oficial en 1981 con el piloto de una serie a su interpretación en Jiu Jitsu, de 2020), acompañadas de un texto sobre las películas en las que aparecían. Los dibujos de Alcázar, como siempre, son magníficos. Pero las fichas, en las que prima la anécdota desconocida e hilarante, no tienen nada que envidiarles. 

Más allá de lo bonito que es, es un libro interesante por muchas razones. Una, su huida del distanciamiento irónico (lo que no anula el humor) para hablar de un actor que acabó convirtiéndose en meme. Otra, su defensa de la importancia de Cage dentro de la cultura popular a lo largo de las décadas. Pero lo más interesante es su propia existencia porque, de algún modo, parece partir de la necesidad de volver al formato físico en un momento en el que lo digital se siente tan cotidiano como efímero. 

Como sus autores recuerdan, «a principios de la segunda década del siglo XXI, la humanidad decidió bombardearse con toda clase de memes de nuestro actor favorito. Millones de personas fuimos expuestas a un interminable showreel de escenas delirantes, gestos imposibles y pelucas de otro mundo que hubieran terminado con la carrera de cualquier actor». 

Muchas de esas imágenes de internet siguen ahí, todavía hay quien las utiliza, como también utilizan los memes de Bill Murray o Keanu Reeves, sometidos a una deconstrucción similar. De ahí lo interesante de Las 100 primeras películas de Nicolas Cage: hacer el viaje inverso, partir de esa extensa bobina de imágenes virtuales del actor sacadas de contexto para fijarlas en el tiempo, convertirlas en algo físico y devolverles la perspectiva y el contenido. Es una buena manera de reivindicar a Cage como lo que es, un actor fundamental, alguien que merece mucho más que ser la excusa de nuestros alardes de ingenio en Twitter.  

* Periodista