La gravedad de la situación sanitaria, económica, social y hasta de desánimo generalizado de la sociedad que estamos viviendo con la pandemia del covid-19 exige de las instituciones, y de las organizaciones que representan a los grupos y actividades un esfuerzo suplementario de gestión y, muy especialmente, de liderazgo. Es importante generar confianza que contrarreste la incertidumbre en el futuro y hacer saber a los ciudadanos que hay un plan de trabajo para superar tanto dolor y sufrimiento.

En este marco, en el que la expresión «remar juntos» debería predominar, se está produciendo en España, por el contrario, un clima de enfrentamiento y de combate político permanente que no favorece ni la convivencia de una sociedad cada vez más polarizada ni proporciona el marco adecuado para la salida de la crisis. Una crisis, no hay que olvidarlo, que se hará más cruda en los próximos meses y de la que no se podrá empezar a salir hasta que la vacunación alcance al 70% de la población y regrese esa normalidad arrebatada por el virus. Pero nos esperan años de intenso trabajo para reparar unos daños profundos, y todo lo que se haga será poco.

Por eso es una muy buena noticia que el Ayuntamiento de Córdoba haya sacado adelante los presupuestos del 2021 con una ponderada y generosa decisión del PSOE de abstenerse para permitir que salga adelante el proyecto presentado por el gobierno local del PP y Ciudadanos.  La jefa de filas del grupo municipal socialista y exalcaldesa, Isabel Ambrosio, ha demostrado altura de miras, y el alcalde popular, José María Bellido, cintura política para no dejar escapar la oportunidad y aceptar las propuestas socialistas, que implican inversiones por 13 millones de euros. La frase de Ambrosio, «no podemos fallar a los cordobeses», supera las críticas recibidas desde una izquierda representada por IU y Podemos que, finalmente y empujada por sus bases, no ha apoyado las cuentas. El voto, también en contra, de Vox, ha quedado matizado por la promesa de futuros apoyos, mientras el socio de gobierno, Ciudadanos, se arroga también el éxito de las negociaciones con los socialistas.

Pero no nos engañemos. El presupuesto consolidado, de 462 millones de euros (incluyendo empresas y organismos autónomos municipales), llega tarde en su aprobación inicial, y viene precedido por una baja ejecución de las cuentas del 2020 (solo el 56%), por lo que el gobierno local se enfrenta al desafío de la gestión. Es evidente que el gobierno del Ayuntamiento de Córdoba, aun salvando las difíciles circunstancias del 2020, tiene que ponerse urgentemente las pilas. 

La abstención socialista ha tenido como objetivo facilitar un cuadro de importante incremento de las inversiones, 60 millones de euros de los que 28 se destinarán a hacer efectivo el convenio con el Ministerio de Defensa para el desarrollo de la futura base logística del Ejército de Tierra en Córdoba. No es necesario insistir en la importancia de agilizar este proyecto, del que Córdoba puede obtener un futuro de progreso hasta hace poco impensable.

 El paso dado en el Ayuntamiento va en sintonía con actitudes también positivas que se dejan percibir en otras instituciones, que han venido mostrando un deseo de cooperación por encima de siglas políticas y a favor de los intereses colectivos. Así se percibe en la disposición de la Diputación, de las delegaciones territoriales de la Junta, de los sindicatos y organizaciones empresariales, de la universidad, grandes empresas, colectivos ciudadanos, ONG... Córdoba está sembrando una base de colaboración que supone todo un ejercicio de responsabilidad ante un futuro no solo incierto, sino de muy graves perspectivas, en el que la sociedad debe verse impulsada por sus líderes. Ahora toca llevar a la práctica esas intenciones, que no se pierdan en rencillas o miradas cortoplacistas. Y que vengan acompañadas de eficiencia, pues los gestos, aunque importantes, no bastan.