Resulta curioso que no nos demos cuenta de lo «globalizados» que llegamos a estar desde el punto de vista económico hasta que ocurre algo como lo del Ever Given. Este carguero, que iba de China a Rotterdam, ha dado mucho de que hablar al quedarse encallado en el Canal de Suez durante seis días, es decir, ha cortado una de las rutas comerciales más importantes a nivel mundial casi una semana dejando más de 400 barcos a la espera. El Canal de Suez, de unos 163 kilómetros de longitud, está en Egipto, y une el mar Mediterráneo con el mar Rojo; básicamente evita que todos los barcos que comercian entre Europa y Asia tengan que darle la vuelta a África por el Cabo de Buena Esperanza, ahorrando unos 8.000 km de viaje. Se estima que por ahí pasa el 10% del comercio mundial que se traduce en unos 19.000 barcos en el año 2019 y unos 8.100 millones de euros al día, según Lloyd’s List, y dentro de esto más de 2,5 millones de barriles de petróleo también diarios, transitando el 9% del total de petróleo comercializado por vía marítima y el 8% del gas licuado, según la EIA. No obstante, la gran comercializadora marítima a nivel mundial es sin duda China, donde se ubican 4 de los 5 puertos con mayor volumen, al ser, ambas cosas, el país más exportador del mundo (en 2018 acaparó el 15,8% de las exportaciones mundiales de mercancías) y una gran potencia importadora (el 13% en dicho año) por el aumento de su demanda interna, siendo además el principal socio de la UE en este aspecto. De hecho, China junto con la UE-27 y EEUU representan el 42% del comercio mundial y son los tres principales actores desde 2004, según datos de Eurostat.

Comerciar entre países es lo que ha favorecido el nivel de desarrollo actual, ya que esto influye en el crecimiento económico a largo plazo al proporcionar bienes más baratos, mercados más grandes y transferencia tecnológica. No obstante, el desarrollo del comercio internacional no hubiera sido posible sin el transporte marítimo, al permitir transportar grandes volúmenes a bajo coste. Según la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) el comercio marítimo mundial iba a tener una tasa de crecimiento de aproximadamente el 3,8% anual entre los años 2018 y 2023. Esto se ha visto frenado por distintos motivos. Primero, la caída del comercio mundial en el 2020 por la pandemia. La OMC (Organización Mundial del Comercio) estima que dicho año cayó el comercio en un 9,2%, previendo que se recupere este año tan solo el 7,2% de lo perdido. A lo que se une, en segundo lugar, el encarecimiento de las tarifas marítimas con una tendencia alcista durante todo el pasado año, en gran medida también por el efecto de la pandemia, pero hablándose además de como las alianzas realizadas entre distintas compañías están creando casi un monopolio, ya que 23 de 27 consorcios se saltan actualmente la normativa de comercio marítimo donde se recoge que las navieras pueden aliarse siempre que no superen el 30% del mercado, de acuerdo con el European Shippers’ Council.

Otra amenaza, es un impuesto al transporte marítimo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ve necesario establecer un impuesto global de al menos el 12,5% sobre los beneficios de las navieras, que según este organismo tienen un tipo impositivo efectivo del 6% para el transporte a granel. Algo que no es de extrañar si consideramos que muchos de estos barcos, como por ejemplo el Ever Given, operan bajo bandera de países con exenciones fiscales como Panamá. Mientras que la Asociación Transport & Environment quiere que no existan exenciones fiscales en la UE en el pago de los combustibles fósiles empleados por el sector marítimo.

¿Qué puede ocurrir con todo ello? Pues imaginen, en el momento en el que se conoció el atasco en el Canal de Suez subió el precio del petróleo. Da igual si se encarecen los costes de transporte por decisiones unilaterales de las navieras, porque se les ponga un impuesto o porque se reduzcan sus exenciones fiscales, lo vamos a pagar los consumidores. Nosotros seremos los que pagaremos desde la gasolina a los productos de Amazon o Ali Express más caros. De modo que, no deberíamos olvidarnos ni de la importancia de tener un comercio internacional abierto y a pleno funcionamiento, dejándonos de politiqueos que solo nos perjudican, ni del papel que desempeña el comercio marítimo en que podamos comprar los productos a los precios que lo hacemos. Con esto no quiero decir que no se tengan que poner impuestos o gravar el uso de combustibles fósiles, si no que tenemos que estar dispuestos a pagarlo.