Parece que en 1473 Córdoba estaba dividida a cuenta de la sucesión del Rey Enrique IV, un hombre sobre el que planeó siempre la sombra de la sospecha sobre su sexualidad, su impotencia y la paternidad de la única hija, Juana la Beltraneja, que según los cotilleos de la época era fruto de una de las infidelidades de la Reina. El señor de Aguilar era partidario de Juan Pacheco, hombre de confianza del Rey... y no sabemos si algo más. El Conde de Cabra, partidario de la joven Isabel, que se había casado clandestinamente y con una bula falsa con Fernando... ¿se imaginan?. No quiero ni pensar lo que hubiera sido un Sálvame Deluxe entonces, pero intuyo que no muy distinto al de hoy, y es que las intrigas por el poder y con quién se acuesta cada uno forman parte de nuestro adn.

Y en esas estaba la Córdoba de entonces cuando el pasado domingo, Sebastián de la Obra, ese amigo con el que aprendo cada vez que le escucho en su casa, La Casa de Sefarad, una iniciativa que late y de qué manera a pulmón privado, contó algo que me dejó fascinada.

Corría el año 1473 cuando por la calle San Fernando bajaba en procesión la Hermandad de la Caridad y a la altura del Portillo, desde el balcón de la casa de una familia judeo conversa, se derramó un líquido que cayó en el manto de la Virgen. Inmediatamente se extendió por la ciudad el rumor de que había sido una joven conversa que había tirado un bacín de orín. Las revueltas se desencadenaron de inmediato. Cristianos antiguos contra nuevos, maleantes que aprovechaban el revuelo para saquear, matanzas y un reguero de sangre calle abajo (la Cruz del Rastro lo conmemora) y de todo ello un hecho histórico: la marcha de los judeoconversos de Córdoba y una reunión en Medina Sidonia con el Duque donde, agárrense, se hacen con el peñón de Gibraltar. Sí, como lo oyen, en 1474 el Peñón era más cordobés que la mazamorra, antes de que el salmorejo la desbancara cuando poco después llegaron los rojos tomates de América. !Cómo un rumor es capaz hasta de cambiar la historia!

De rumores, bulos y chismes seguimos bien servidos y ahora embelesados a cuenta del culebrón de una cadena televisiva que ha pasado de ser la permanente exaltadora de la silicona femenina, a la más recalcitrante defensora de los derechos de las mujeres maltratadas, eso sí, aniquilando a golpe de talonario la presunción de inocencia de un tipo al que ni lo dejan hablar. ¡Menuda matanza!.

Les propongo un mejor entretenimiento: ¡Organicemos las huestes reivindicadoras del Gibraltar cordobés! Aquella vez duró poco, solo dos años, lo mismo ahora si nos ponemos...

* Abogada