El PSOE ha gobernado Andalucía más de tres décadas y su legado es impresionante: convirtió Andalucía en protagonista político del nuevo Estado de las autonomías, construyó desde la nada una administración pública base del Estado del bienestar, transformó la realidad física de Andalucía con autovías, alta velocidad ferroviaria, aeropuertos, puertos...

En definitiva la mayor transformación social, económica y política de la historia de nuestra comunidad.

Pero el éxito de su proyecto es hoy su mayor debilidad: esa nueva realidad ya ha sido asimilada por los ciudadanos y la han hecho suya el resto de las fuerzas políticas.

Se ha hecho patrimonio de todos y ya no es la potente seña de identidad de los socialistas. Las nuevas generaciones consideran natural lo que para sus padres y abuelos fue una conquista histórica.

Cumplidos los objetivos, o se renueva el proyecto o el declive es inevitable y esa es la situación en la que nos encontramos. El legado es una buena base para hacer creíbles propuestas de futuro y siendo Andalucía una sociedad progresista se puede ser optimista.

La derecha en el gobierno no ha aportado ni ideas ni proyecto alternativo siendo su principal aportación culpar a la herencia recibida y al Gobierno de España de los problemas que ellos son incapaces de resolver.

Es imprescindible pues diseñar un nuevo proyecto adaptado a la realidad andaluza de hoy haciéndolo pivotar sobre dos objetivos irrenunciables: la modernización de las políticas sociales y el cambio de modelo productivo.

En primer lugar las señas de identidad de la socialdemocracia deben seguir siendo un elemento básico de nuestro proyecto, la enseñanza gratuita y de calidad, la sanidad pública universal , la extensión de los servicios sociales y ayudas a la dependencia, la profundización de los derechos y libertades. En definitiva los grandes logros del Estado del bienestar son nuestro ADN, nuestra aportación histórica y nuestro futuro. Lo que nos exige la realidad hoy es su adaptación a la Andalucía del siglo XXI. Es la hora de la calidad de los servicios públicos modernizando diseño y contenidos y los socialistas debe liderar ese salto cualitativo.

Asimismo Andalucía ha experimentado cambios profundos en su realidad económica pero la crisis de la última década y la pandemia han evidenciado nuestras carencias y se hace urgente abordar el gran reto del modelo económico del futuro. Disminuir la contribución del turismo y la construcción a nuestro PIB, la incorporación de sectores con valor añadido, el apoyo a la investigación y a los jóvenes emprendedores, la extensión de la digitalización como nueva mentalidad de la empresa andaluza, etc. En el marco del plan europeo de recuperación podemos encontrar la palanca de nuestra modernización económica. Quien lidere la transformación económica liderará el futuro de Andalucía.

Todos estos desafíos requieren nuevas ideas defendidas con coraje y entusiasmo para ser creíbles. Y la consecuencia lógica es que se necesitan nuevos protagonistas que visualicen el nuevo proyecto. Cada etapa histórica tiene su relato y sus líderes que lo representan, es una ley inexorable de la política. Debemos acabar con la rutina, la inercia y con los latiguillos que suenan a pasado. Se dice que la política es un estado de ánimo y en consecuencia la percepción que los ciudadanos captan de ese estado es fundamental para el éxito del proyecto..

Este es el debate que nos debe ocupar ahora y de su acierto en resolverlo dependerá el futuro del socialismo andaluz y de la propia sociedad andaluza.

* Secretario general y presidente del PSOE de Córdoba 1977-1990