En el campo de la Historia diferenciamos entre explicación y justificación. Esta última puede tener otras acepciones, como es querer probar algo con razones convincentes, y por supuesto en un ámbito más coloquial es equivalente a una excusa, si esta la entendemos de acuerdo con esta definición: «Motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión». Todos solemos decir que alguna vez nos hemos visto obligados a inventar una excusa, pero ciertos individuos necesitan más que otros de ese recurso. En ellos he pensado cuando ha llegado a mis manos un libro, bien editado, sin otra referencia que estar publicado en Montilla en 2020, con el título de ‘Manual razonado de excusas y justificaciones (ad usum Delphini). Obra utilísima para todos los estados’ y que según reza en su cubierta y portada está redactado por Lord Esniss, si bien aparece luego un prólogo del que afirma ser su autor con la firma de las iniciales J.A.C. De la obra parece que se han impreso 27 ejemplares nominados con las letras del abecedario, tanto las mayúsculas como las minúsculas. Y utilizo «parece» porque el Colofón está firmado por el editor, Manuel Ruiz Luque, y cuando él anda de por medio en cuestiones de libros nunca se sabe cuánto puede tener de cierto lo que se afirme acerca del número de ejemplares.

La obra se abre con una «Licencia de la ordinaria», firmada por doña Felisa de las Águilas Cortadas, le sigue la «Aprobación y censura» de Joan Sermó, secretario de la Casa de Abascal, después la «Summa de la Tasa», a cargo de Sebastián Izquierdo de la Huerta, junto con el «Nihil obstat» concedido por una Licenciada y un Doctor. En la Introducción se nos explica el carácter complementario de la excusa y la justificación, así como su aplicación a casi todos los ámbitos de nuestra vida. Se parte de que la premisa general debería ser la de no excusarse, y si hay que hacerlo escoger una que sea buena, aunque en determinados casos habría que recurrir a la explicación, si es que queremos salir bien parados. El primer capítulo está dedicado a las excusas y justificaciones de carácter general, entre las cuales podemos destacar la socorrida «No tengo tiempo», que el autor recomienda sustituir por una mentira, que será mucho más eficaz; también la de «Sí, yo leo, pero no libros», que el autor califica de «graciosísima» además de «estúpida», y lo cierto es que en una ocasión una persona de fiar me contó que un conocido político andaluz, en un encuentro casual en el tren, le dijo: «yo no soy mucho de leer libros», a lo que quizás habría que haberle respondido que ni mucho ni poco. El siguiente capítulo está dedicado a las de uso en el dormitorio, y ahí encontramos algunas tan sugerentes como «Me duele la cabeza», considerada como un «subterfugio»; «Mañana me levanto temprano» o «No me apetece ahora, ¿lo hacemos luego?». El tercer capítulo es para las excusas en el amor, con «No eres tú, soy yo», «Podríamos ser amigos», «Necesito tiempo», «Es por tu bien» o «Necesito tener mi espacio». En este apartado el autor recomienda a toda mujer «abandonada» que se pregunte qué posibilidades tiene el otro de encontrar una mujer como ella, y la respuesta será «cero», pero si se plantea cuántos hombres como el que se va puede encontrar ella verá que son «14.556». Por último están las excusas en internet, aunque el autor reconoce no ser experto en redes sociales, por ello acude a la autoridad de Umberto Eco para reforzar sus opiniones.

Estoy seguro de que algún lector se habrá quedado con la miel en los labios por no poder conocer el contenido de alguna de las excusas citadas, pero sepan que en los créditos del libro se hace constar lo siguiente: «Permitida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o soporte, siempre que no se venda».

* Historiador