El ejemplo del Viernes de Dolores en Córdoba y las largas colas en Capuchinos demuestran la gran dificultad para combinar el legítimo deseo de disfrutar de la ciudad y sus tradiciones con las necesariamente estrictas medidas de protección y distanciamiento que exige la pandemia del coronavirus hasta que sea vencida. Esta Semana Santa no es como la del 2020, que transcurrió con toda la población española confinada, pero sigue lejos de la celebración habitual, caracterizada por una masiva presencia en las calles al paso de las procesiones, gran asistencia a los cultos religiosos y, a la vez, una gran fiesta de la primavera en la que turistas y autóctonos llenaban calles, monumentos y establecimientos hosteleros. 

Este año hay algunas libertades, si bien las restricciones impiden a los cordobeses desplazarse a otras comunidades autónomas, a otras provincias andaluzas, se mantienen limitaciones de aforo y otras normas, y las autoridades insisten en que se extreme la cautela. Al tiempo, se han habilitado operativos especiales de control para vigilar el cierre entre provincias. Por desgracia, como evidencian algunas situaciones que han trascendido, los incumplimientos podrían ser numerosos.

Más allá de polémicas, y siendo conscientes de la grave situación de muchos sectores económicos y de que este escenario de normas cambiantes empeora, si cabe, el panorama, hay que recordar que el peligro persistirá hasta que la vacunación del 70% de la población sea un hecho. Y el vergonzoso comportamiento de las farmacéuticas, junto a la cuestionable gestión de la UE, sigue retrasando ese momento. La tercera ola no ha sido dominada y la llega la cuarta. La incidencia acumulada ha subido esta semana, con una media en España de 130 casos por 100.000 habitantes. El riesgo es real, y la responsabilidad no atañe solo a las instituciones, sino a cada ciudadano. Hay que salvar la Semana Santa, pero salvarla en salud pública para que las consecuencias no traigan miles de muertes, como ocurrió tras las navidades. Salvar estos días festivos y exigir que se cumplan las expectativas de vacunaciones masivas en abril y mayo.