Una consecuencia del terrible momento que estamos viviendo por la pandemia del coronavirus es lo que los expertos nos dicen sobre el tremendo aumento de la venta de ansiolíticos y otros medicamentos para vencer otra posible pandemia de carácter psicológico que nos acecha: el miedo, la ansiedad, las fobias, las ideas suicidas, etc. No soy psicólogo pero quisiera sugerir una nueva terapia que podríamos llamar Cantoterapia que es lo que la vieja canción decía: «canto por no llorar». Lo peor de estos estados de ansiedad y miedo es que no se saben expresar fácilmente y uno los guarda en silencio mientras le van consumiendo su estabilidad mental y emocional. Mientras que si uno canta sus pesares expresa en voz alta lo que le corroe interiormente. Por lo que me atrevo a sugerir que uno lo exprese en voz alta, de forma impersonal cantando una canción que exprese sus más íntimos temores. Ahí va un plan sencillo que cada uno ha de adaptar a sus necesidades mentales y emocionales y sus ideologías políticas.

Al saltar de la cama canturrear el ‘Coro de peregrinos’ de Tanhauser que cantan llenos de esperanza en su peregrinar. Una vez bajo la ducha, escoger aquellas canciones que mejor expresan su estado de ánimo. Un día será el recuerdo de una amor perdido y escogerá algo como alguna de las arias operísticas más románticas, por ejemplo «la donna e mobile» de ‘Rigoletto’ o «una furtiva lacrima» de ‘Elixir d´amour’ o «che gélida manina» de la Bohème o, si está muy hundido hasta puede probar el «Adio a la vita» de ‘Tosca’. Terminada la ducha, al afeitarse, pude aligerar su repertorio músical y escoger algo más liviano como las inolvidable canciones de Edithn Piaf, como «La vie en rose» o «Les fuilles mortes» o probar a Aznavour y canturrear, con cuidado para no cortarse en el afeitado, canciones como «She tous les visages de l’amour» o «Mourir d’aimer».

Al pasar al desayuno puede canturrear algo más alegre como «O sole mio» o «Torna a Suriento» de Pavarotti. Al salir a trabajar no dude en canturrear en voz baja por la calle algo más moderno como los tangos de Carlos Gardel: «Adiós muchachos» o «El día que me quieras» o «La cumparsita». Y si todavía no ha llegado a su trabajo puede añadir algo de Lecuona como «Siempre en mi corazón» o «S...boney».

De vuelta a casa si se siente frustrado por el actual cambalache de nuestros actuales partidos políticos puede escoger, según a cuál de ellos Vd. apoya, o bien los himnos de la extrema derecha nostálgica de un pasado que deberíamos olvidar, el «Cara al Sol», el himno de de infantería «Ardor guerrero...» o el de la legión «El Novio de la muerte», a los que puede añadir el himno nazi «Deutschland, deutschland über alles» o el italiano fascista «Giovinezza» Si por el contrario se inclina más hacia la izquierda puede probar el musicalmente precioso la «Internacional socialista» con su «arriba los pobres del mundo/ en pie los esclavos del pan...» o puede cantar las «Marsellaise» con su «allons enfants de la patrie».

Y puede terminar el día mostrando su amor a nuestra Andalucía con el «Andalucía que hermosa eres» o «La Alhambra» o el mismo himno de Andalucía: «La bandera blanca y verde/vuelve tras siglos de guerra/ a decir paz y esperanza...».

Para esta cantoterapia no se necesita tener buena voz, basta tener voluntad de repetir una y otra vez aquello de ¡resistiremos!, y expresar esta voluntad cantando con buena o mala voz , y volumen alto o bajo aquello que llevamos dentro y no sabemos expresar.

** Profesor