Efectivamente: hoy va de vacuna, de una vacuna. Yo no sé si ésta ya viene de una vaca o si está hecha de los mismos bichitos de la enfermedad, pero atolondrados, o drogados, o despistados, para que mi cuerpo, en un combate cuerpo a cuerpo, claro, se entrene con ellos, pero con ventaja, claro, y les gane, y así aprenda por si llegan los bichitos espabilados, los listillos que tanto abundan por todos sitios, y mi cuerpo ya haya creado anticuerpos, o sea, el galimatías de donde dije dije, digo Diego. ¿Es así la vacuna? No lo sé; doctores tiene la Ciencia. El problema para mí es ver a los que me dicen digo que las reacciones, trombos y muertes que ha provocado esa vacuna de ciencia ficción, que me engañan como quieren, se parten de la risa a mi costa, y me roban, me timan, me explotan, me toman el poco pelo que ya me van dejando, porque para ellos solo soy otro bichito al que le pinchan, le sacan tajadas y queman sin que ni siquiera figure en las listas de los pollos fritos, para poseer al menos ese momento de inmortalidad. Me lo quitan todo, hasta la virginidad. ¡Cómo voy a fiarme si no sé qué cuecen en esos emporios farmacéuticos, tras esas etiquetas de efectos secundarios, de esas carnes conservadas vivas a base, claro, de conservantes, con color de sanas a base, claro, de colorantes, sabrosas a base, claro, de potenciadores del sabor; esos venenos cada vez más sabrosos, de colores cada vez más invisibles, que traen el agua que bebo, los mares donde me baño, las lluvias que riegan las verduras que cuezo, el sol que dora las frutas que mastico en este basurero total en el que hemos convertido nuestro planeta, nuestro único hogar hasta que salgamos al espacio, y pobres de nosotros, bichitos pueblo, si los poderosos nos dejan solos aquí, a que nos muramos muy bien vacunados, y ellos se vayan a vivir a sus buenos búnqueres, o mejor, a su Marte o a su Luna, y no precisamente a su luna de su Valencia! Ya sé que no está el horno para guasa ni retranca, pero es que yo estoy hasta las mismas congojas; y mis congojas no están en su sitio natural; me las palpo en las amígdalas, ahí precisamente donde dicen que el bichito se asienta para jo...robarme los pulmones y la madre que lo trajo al mundo, que vaya usted a saber quién fue el que la preñó y cómo lo parió.

* Escritor