El día dos de marzo de 1981, el ministro de Agricultura, Jaime Lamo de Espinosa, mediante la correspondiente orden ministerial, aprobó la Denominación de Origen Baena para los aceites vírgenes de esa comarca, integrada, desde la A a la Z, por Albendín, Baena, Doña Mencía, Nueva Carteya y Zuheros. Años más tarde se incorporó a ella una zona de Castro del Río y el municipio de Cabra.

El día treinta de abril de ese mismo año se constituyó el Consejo Regulador provisional de esta Denominación de Origen. Se cumplen, pues, cuarenta años de aquel acontecimiento comarcal, si bien antes, en 1972, en el marco de la ley de ese año para las denominaciones de origen, se había solicitado la creación de la deseada comunidad de productores y transformadores del aceite de oliva virgen.

Viví ese proceso antes de 1981 durante mi responsabilidad como secretario general técnico del Ministerio de Agricultura en el año 1978. Recibí a olivareros de la zona y comencé a conocer cómo era la naturaleza de aquellas relaciones intersticiales dentro del territorio entre cooperativas, almazaras, cámaras agrarias locales y hermandades de labradores. Los olivos de la comarca y aquellas tierras, cuyas aguas vierten al Guadajoz, configuraban los procesos sociales y dieron lugar a la deseada denominación de origen.

Desde 1978 y luego, como presidente de Abasa hasta 1994, entendí aquel espacio como un territorio en el que existía una determinada red de relaciones sociales que había que fortalecer por su carácter simbólico y cultural entre productores olivareros, transformadores y comercializadores. Todos estos estaban organizados verticalmente pero necesitaban una concepción horizontal y transversal, esencia de toda denominación de origen.

La Denominación de Origen Baena es en esencia una red de relaciones espaciales a lo largo del tiempo entre personas e intereses. Tales relaciones tuvieron y tienen un contenido cultural y, ademas, simbólico. Este espacio comarcal juega un papel de pivote en la conformación de encuentros de carácter social y de política profesional. Este espacio ha exhibido a lo largo del tiempo su poder social frente a otras zonas y, sin embargo, ha sufrido ciertos debilitamientos y posteriores fortalecimientos entre sus componentes naturales.

Como cualquier denominación de origen, la de Baena presenta varias dimensiones. Su singularidad reside en la exclusividad territorial pues el olivo protegido debe estar plantado dentro de ese territorio delimitado, ser transformado su producto en aceite de oliva virgen y allí debe ser manufacturado. Su carácter de exclusividad también reside en las características del cultivo, variedades y técnicas de producción. Culturalmente es el reflejo de luchas, enfrentamientos y colaboraciones que finalizan en acuerdos.

Como toda denominación de origen, la de Baena necesitó ser organizada, disponer de un órgano de gobierno prefijado en la orden ministerial, y adecuar los aspectos relacionales entre unos y otros (productores, transformadores y comercializadores) mediante un Consejo Regulador.

La identidad de la zona nace necesariamente de las relaciones sociales, que son claves para la conformación de una denominación de origen. Esa identidad evita relaciones conflictivas con productores de territorios colindantes.

Los olivareros de la zona de Baena entendieron desde 1972 que, a efectos de reconocimiento, este territorio para ser amparado tenía que ser indivisible porque su imagen depende de la predisposición de cooperativas y sociedades agrarias de transformación para entenderse, experimentar e interpretar la evolución de los resultados. Viví desde la envasadora Abasa junto a Manuel Albendín las interacciones entre estos territorios y sus cooperativistas olivareros como si fueran cuerpo y alma. El Consejo Regulador provisional sirvió para ligar más a las personas y para fortalecer los nexos de las tareas, los equilibrios entre unión, cooperación y competición por los premios a la calidad.

A los cuarenta años de aquel reconocimiento oficial es importante conocer los impulsos, intereses, motivaciones y consideraciones psicológicas de aquellos que, aún vivos, lucharon por la declaración de protección de este espacio de producción de aceite de oliva. Toda denominación de origen es el símbolo euclidiano de un amplio territorio que en este caso vierte sus agua hacia el río Guadajoz. Este cuarenta aniversario tiene el significado espacio - temporal de las relaciones de entendimiento y cooperación entre olivareros y comercializadores dentro de la zona. Relaciones sociales que todos deben celebrar.

*Catedrático Emérito de la Universidad de Córdoba