Ciudadanos se hunde, el vicepresidente se inmola... ¿para nada?; Murcia le echa la pata a ‘La Isla de las Tentaciones’ (¡ríete tú de las hogueras de confrontación!); Madrid está que arde... ¡y voy yo y dedico esta columna a los patinetes eléctricos! Pues sí y además les sugiero que consulten en internet la ingente cantidad de luctuosas noticias sobre estos diabólicos artefactos conducidos por cualquiera, por cualquier sitio y de cualquier manera. Les señalo algunas: «Muere una mujer de 79 años tras ser atropellada por un patinador que se ha dado a la fuga»; «Muere un joven de 24 años en Barcelona tras chocar con un taxi cuando montaba en patinete eléctrico»; «Una mujer de 40 años ha fallecido atropellada mientras circulaba con un patinete eléctrico»; «Detenidos dos menores que atracaban con pistola y huían en un patinete eléctrico»... Noticias frescas con el patinete como arma letal. Y además si matas o te matan con un patinete, o lo utilizan para proteger la huida delictiva, no queda ni rastro porque ni ese patinete, ni quien lo utiliza, están sujetos al más mínimo control, regulación o fichero. De la obligatoriedad de un seguro que cubra las dramáticas consecuencias, ni hablamos.

El llamado VMP (vehículo de movilidad personal) solo esta regulado de momento por la DGT con efectos puramente sancionadores, quedando fuera del reglamento general de circulación. Una normativa que solo pone multas, pero no regula en positivo, ni protege a las víctimas de tan siniestro artefacto. Multa si se conduce bajo los efectos del alcohol o las drogas; si usa el móvil, o con auriculares (¡hay que ser habilidoso para conducir un patinete y además hablar por el móvil!); si se conduce por aceras o zonas peatonales (¡solo faltaba!) y si se hace de noche y sin iluminación. Multas y punto.

Pero ni es obligatorio tenerlo matriculado, ni estar en un registro que determine de alguna manera la titularidad; no es obligatorio el casco y no es obligatorio un seguro de responsabilidad civil que cubra las consecuencias de todos estas muertes y las que vendrán, siendo fácil huir sin más. Tal vez sea el momento de recordar a esos conductores que te sortean por las aceras a velocidad de vértigo y a los padres que regalan el artefacto mortífero a sus menores hijos, que tendrán que responder con sus bienes de las mortales consecuencias. Es incalificable que los vehículos a motor que circulan por el asfalto deban tener un seguro que responda incluso cuando hay culpa de la víctima y que en las aceras y parques nos atropellen y maten y nadie, de momento, responda con carácter obligatorio.

* Abogada