Mis primeros pasos como lector, al igual que los de buena parte de mi generación, están vinculados a los tebeos, y aún mantengo la relación con ese mundo, sobre todo los de tema histórico. No hace mucho, una antigua alumna (de hace casi cuarenta años) me expresó su agradecimiento porque nunca podría olvidar una de las clases de su curso de COU en la asignatura de «Historia del Mundo Contemporáneo». El motivo de su satisfacción residía en que un día yo llevé a clase un cómic en el cual se narraba lo acontecido en la Comuna de París en 1871. En efecto, aquel año yo impartía esa materia a un grupo reducido de nocturno en Montilla, ello hacía posible que nos sentáramos juntos en torno a una mesa y eso facilitaba una manera de ejercer la docencia diferente a cuando te enfrentabas a un aula con cerca de cuarenta alumnos. Y sí, un día acudí con un ejemplar de la revista ‘El Viejo Topo’ que dedicaba una parte de sus páginas a narrar de forma gráfica los acontecimientos de París y ese recurso didáctico nos sirvió para hablar acerca de la guerra entre Francia y Prusia, de la proclamación de la Tercera República francesa, del movimiento obrero, de la Internacional y de las diferencias surgidas en su seno.

Esta semana, el próximo jueves día 18, se cumplirán 150 años de la proclamación de la Comuna de París, un acontecimiento histórico de gran trascendencia. Para quienes deseen acercarse a él a través del mundo del cómic les recomiendo ‘El grito del pueblo’ (Le cri du peuple), tanto en su versión original en francés, editada en cuatro volúmenes entre 2001 y 2004, como la española, publicada íntegra en un solo volumen por Norma editorial en 2014. A partir de una novela del mismo título de Jean Vautrin, ha realizado su obra Tardi, al que el novelista considera como «el hombre providencial, la mirada irreemplazable», porque él «iba, mejor que nadie, a mostrar la evidencia, la universalidad, la vida, la fuerza, la guasa, el valor y la dignidad en la desesperación de aquellos días». Porque, como hacía Carlos Marx en ‘La guerra civil en Francia’, podríamos preguntarnos: «¿Qué es la Comuna, esa esfinge que tanto atormenta los espíritus burgueses?». Unas páginas más adelante nos responde que era «un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo». Sobre esta obra, un periodista y político francés, miembro de la Resistencia y que participó junto a Camus en ‘Combat’, Albert Ollivier, en un libro publicado en 1939, dirá que es «uno de los estudios más inteligentes que se han hecho sobre La Comuna».

Estos días nos llegarán noticias acerca de lo ocurrido durante poco más de dos meses en París, lo cual me permite no entrar en detalles en esta breve colaboración. Fue un intento de crear un nuevo modelo de sociedad, basado en un conjunto de medidas que afectaron a la política, la economía, la enseñanza, la iglesia o los salarios, si bien circunscrito a París y bajo la amenaza de las tropas, dirigidas por Thiers desde Versalles, y que al final se impuso con una durísima represión que afectó a miles de personas. Ahora que desde la derecha, de manera demagógica, tanto se habla de libertad, recordemos una de las proclamas de aquellos días: «Desde el 18 de marzo París no tiene más Gobierno que el Gobierno del pueblo: es el mejor. Jamás ninguna revolución ha sido realizada en condiciones como las nuestras; París se ha convertido en una ciudad libre». En el Epílogo al cómic citado, Jean Vautrin reivindica el espíritu de los comuneros, así como su compromiso (y el de Tardi) con la libertad, este sí verdadero, y con todos cuantos sean defensores «de la Historia entrelazada de la República y del Movimiento obrero».

* Historiador