La presentación de mociones de censura y la convocatoria anticipada de elecciones está prevista en la Constitución y aunque sea democrático, no, no es el momento. La incertidumbre sanitaria y económica que vivimos, donde los españoles no ven aún el horizonte de la deseada inmunidad de rebaño con vacunas que no llegan y se retrasan y sin ayudas directas a las empresas y negocios, no puede permitirse el juego político de cambio de sillones donde lo único que prima es el interés partidista y no los intereses generales. La moción de censura en Murcia no fue casual, pase lo que pase finalmente con ella. Dice Arrimadas que debían hacer lo correcto ante las irregularidades en la vacunación de algunos cargos de la comunidad y que no puede admitir esas corruptelas, sin embargo, se une en la moción a cargos públicos socialistas murcianos imputados por corrupción cuando ninguna imputación alli tienen los cargos populares. Y justifica también la moción ante la opacidad y falta de transparencia del gobierno murciano, me pregunto ¿porqué no apoyó entonces por esos mismos motivos la moción de censura de Vox al Gobierno de Sánchez? Quizás, porque no era el momento, igual que ahora. Y para justificarse ante el escándalo provocado, manifiesta que lo irresponsable no es su moción sino la decisión de Isabel Díaz Ayuso de adelantar las elecciones. Al final, parece que la moción de Murcia no llegará al fin previsto por la decisión de tres diputados de Ciudadanos de no apoyarla, pero el efecto en cadena se ha provocado, y la alteración de la vida política española es un hecho.

Está claro, y no hay duda alguna de que todo esto estaba orquestado con un fin: acabar con Ayuso. Es una operación ideada y seguida desde Moncloa, que quería pillar a la presidenta madrileña por sorpresa y echarla de la Comunidad, seguro que con Aguado de confidente (no hay más que ver la rabia de sus manifestaciones ante la operación fallida). Pero conocedora Ayuso desde el primer día de su gobierno de que planeaban posibles mociones de censura por parte de la oposición, manifestadas expresamente desde el PSOE y incluso tácitamente desde Ciudadanos, reaccionó rápidamente para evitar que le pasara lo que a Rajoy. Y como siempre, se juzga la reacción de Ayuso, y no la acción inicial de la nueva coalición Sánchez-Arrimadas. Llama la atención el silencio de Moncloa e Iglesias, dejando sola a Arrimadas. No entiendo cómo de nuevo ha podido caer en las mentiras de Sánchez, y aunque necesite imagen tras el último debacle electoral en Cataluña (donde debió quedarse), no ha aprendido en todo este año de pandemia el juego partidista del Gobierno en cada actuación que realiza. Lo del partido visagra ya no tiene pase, ni que es el centro, ha pactado en esa moción injustificada de Murcia para derrocar a Ayuso, con quien no podría dormir teniendo a Podemos en el Gobierno. Queriendo derrocar a Ayuso, la damnificada es la propia Arrimadas, que ya no resulta convincente e incluso es cuestionada por miembros de su propio partido.

Resulta interesante desde el punto de vista meramente político y jurídico, el juego de tronos de la alianza Gobierno-Ciudadanos para derrocar a Ayuso y quedarse con la Comunidad de Madrid, y desde la perspectiva democrática, ¿no lo es más unas elecciones donde deciden los ciudadanos que una moción de censura en la que no podemos intervenir? Pero señores políticos, no, no es el momento, su responsabilidad y credibilidad están bajo mínimos, no justifiquen sus intereses particulares en el interés general de los españoles. Queremos salud, trabajo y ayudas económicas.

** Abogada