Hay que simplificar. No me voy a meter en líos legalistas, siendo lego en Derecho, ni voy a tratar de resolver qué fue antes si el huevo o la gallina, caso no resuelto aún. Lo que yo sé, grosso modo, es lo que ha pasado en Murcia, una comunidad gobernada por una coalición de partidos donde uno de los coaligados ha roto el pacto de gobierno y, al cambiar el equilibrio de fuerzas, ha cambiado el gobierno por medio de una moción de censura. Todo esto es objetivo y está previsto en las leyes y ocurre con frecuencia. Los argumentos para censurar a un gobierno y tumbarlo pueden ser variados, justos o no, importa solo que una mayoría de los representantes de esa comunidad se pongan de acuerdo. No hace mucho a Rajoy lo desalojaron de la Moncloa por corrupción de su partido y todos los días la Oposición está esperando que la coalición en el Gobierno de la nación se rompa por desavenencias ideológicas. A la gente solo se la convoca para pronunciarse cuando así lo marca el calendario electoral o cuando un presidente o presidenta se le ocurre hacerlo. También está en su derecho, con la salvedad de que no haya de por medio una moción de censura. Es el caso de la Comunidad de Madrid.

La presidenta, Isabel Díaz Ayuso, ha decidido convocar elecciones y ya no sé si antes o después de la moción de censura registrada por Mas Madrid y PSOE. Este es el dilema del huevo y la gallina que tendrán que resolver los tribunales. Lo que no está claro es por qué la señora Ayuso ha decidido disolver la Asamblea de Madrid y convocar elecciones. Obviamente, por lo ocurrido en Murcia. ¿Pero había una confabulación de Cs, su socio de gobierno, con el PSOE para desalojarla de la Puerta del Sol o se ha puesto el parche antes de que le salga el grano? Su vicepresidente, Ignacio Aguado, del Cs, está asombrado y pide a la presidenta que lo reconsidere y, según informaciones de los medios, la presidenta de Cs , Inés Arrimadas, llamó a Casado para asegurarle que Cs no apoyaría una moción de censura en Madrid. O sea, que parece que no había una conspiración.

Y es probable que así sea por el hecho de que ni en Castilla-León ni en Andalucía, donde también gobierna el PP en coalición con Cs, se ha producido una ruptura. Juan Marín, por ejemplo, vicepresidente de la Junta, asegura que “Andalucía es una isla de estabilidad”. Pero Ayuso tiene otra visión del mundo, de España y de sí misma. Dice algo que no entiendo: «Madrid es España dentro de España... y tratar a Madrid como al resto de las comunidades es injusto». Suelta el guiso un tufo a totalitarismo. Yo creo que suele pasear por el Callejón de Gato, cerca de donde se encuentra la sede de la Comunidad, y se ve reflejada en los espejos cóncavo y convexo que allí hay y, desorientada, hace de la política un esperpento.

 ** Comentarista político