O de junio, de enero, o de septiembre. ¡Qué más da! Se acabó mi día. Hasta el año que viene la fiesta que he conseguido permitirme. Regreso a mi casa que nos es mía, pues ni siquiera soy la criada: ni cobro ni descanso. Al fondo del trastero arrincono la palabrería de las pancartas, del lenguaje no sexista, los eslóganes, las consignas, la canción, las compañeras, las carreras populares, la equiparación laboral, el compartir las tareas, lo que quise ser, hacer, crecer, mi juventud, que caía sin ruido, sin que ni yo misma quisiera comprenderlo. Fin de fiesta. La realidad está más nítida; es la fregona, el fregadero, el retrete, el suavizante, la plancha y su calor, una camisa, otra camisa, pantalones, otros pantalones, y otra vez de pie en otros zapatos, en otra cola y en otro suelo. ¿La protesta? ¿Dónde se quedó esa muda de boca desdentada? ¿Dónde está la ventanilla que me atendería? Todo es virtual. Ni siquiera tengo ya calendario para pasar sus hojas. ¡Para qué! Sólo existe una: 8 de marzo. Y se acabó la fiesta. Yo, a mi nivel; aguantar a mi chulo que me chulea como quiere y como yo no quiero, pero qué le voy a hacer, todo es virtual, es la costumbre, el miedo, los platos, la familia, mi madre, mi suegra, la hipoteca. Para mí sola es este murmullo, que se extiende, musita en mis oídos: “han matado a otra... calla... mira la vecina, otra discusión, más lágrimas, silencio, más silencio... calla, confórmate, tampoco estás tan mal...”. Y me protejo pensando que no sirvo, convenciéndome a mí misma, a los otros y a ese otro que no sirvo, que soy feliz así, y que no puedo, da igual, siempre será así, es lo que me ha tocado, el tiempo va pasando, mejor pienso que vivo en paz, que no importa que esté más arrinconada cada día, con tal de que no haya tensiones ni me convenza a mí misma que las provoco yo. No importa. Llegará otro marzo y otro 8, desempolvaré las pancartas, los mítines, las consignas desde los organismos oficiales, y me pensaré libre, me sentiré que puedo con la libertad, y me creeré libre, y me prepararé un año más para salir, correr, reír, creerme aún más libre. Y llegará otra Navidad, otro verano, otro virus, pero yo estaré siempre en mi sitio, porque todo es así y yo lo sé, y ella lo sabe, y él lo sabe, y todos lo saben y todas lo sabemos.

* Escritor